domingo, 26 de marzo de 2017

La villa de Las Brozas en 1950






            He adquirido recientemente en Madrid un libro, publicado en 1951, titulado “Guía de Cáceres y su provincia”, por Julio Rosa Roque, en cuyo prólogo se “fija en sus páginas –como una fotografía- cada rincón de esta Alta Extremadura cien veces gloriosa por su historia”, por lo que los datos a los que aquí se hace referencia son de 1950.


            La guía, de 565 páginas más 42 de anuncios, hace una radiografía de lo que era nuestra provincia y nuestros pueblos al principio de los años 50. Se da cuenta de los aspectos civil, administrativo, judicial, industrial, comercial, agrícola, religioso, artesano, relaciona los principales monumentos de la capital y de cada uno de los pueblos de la provincia, con su extensión, población, producciones, comunicaciones, hoteles, fondas, pensiones, ferias y fiestas.

            En esta guía se cuenta, pues, cómo era Brozas hace ya 67 años. Y copio textualmente:”Brozas tiene unos 6.600 habitantes aproximadamente (1.969 en el año 2014, según el Instituto Nacional de Estadística). Está situado en la margen izquierda del kilómetro 34 de la carretera Malpartida de Cáceres – Portugal por Alcántara. Pertenece al Partido de Alcántara, del que dista 15 kilómetros y 47 de la capital de la provincia”. El año 2016 lo cerró con 1.927 habitantes

            Su Ayuntamiento correspondía estar integrado en el año 1950 por 9 concejales. Tenía un Juzgado de Paz, dependiendo del Comarcal y del de Primera Instancia e Instrucción de Alcántara. En el aspecto militar pertenecía a la Caja de Reclutas número 13 de Cáceres. Tenía un puesto de la Guardia Civil Rural, dependiendo de la línea de Arroyo de la Luz. Era cabecera de compañía de la Guardia Civil de Fronteras.


            Por entonces, sólo poseía una sucursal del Banco Popular Español. En el campo de la enseñanza disponía de cuatro Escuelas Nacionales de niños y cuatro de niñas. En cada uno de los colegios de monjas también había dos colegios. En cuanto a la sanidad,  tenía tres médicos titulares y uno libre, tres practicantes titulares y dos libres, una comadrona, dos veterinarios y dos farmacias.

            En cuanto a la industria y comercio, el pueblo contaba con una fábrica de electricidad, otra de harinas, siete molinos maquileros, dos panaderías, dos almazaras, cuatro fábricas de gaseosas, cinco fraguas, cinco carpinterías, cinco talleres de construcción de carros, tres hornos de tejas y ladrillos, tres barberías, cinco comercios de tejidos, once de ultramarinos y tres expendedurías de tabacos.


            La hotelería estaba representada por una fonda de Antonio Sánchez Amado, sita en la Avenida de Gabriel y Galán y otra de Eduardo Rosado Valenciano, en La Corredera. Había una posada de Laureano Barriga de la Varga en la Plaza de Ovando, y otra de Marcelino Caneno, situada en la carretera y a la que en el pueblo la llamaban el parador.


            Había un casino denominado “La Concordia”, en la calle de El Brocense; un centro recreativo llamado “La Peña” y otro “El Túnel, ambos en la calle Generalísimo Franco. Además Brozas contaba en 1950 con seis tabernas.


            Por otra parte, la villa tenía un cine denominado “Casimiro Ortas”, que estaba en la calle Padre Amado, y un salón de baile en la calle Santa María, propiedad de Hilario Moreno. Las sociedades de La Concordia y La Peña solían habilitar sus salones los días de fiesta para bailes.


            Brozas celebraba feria de ganados los días 20, 21 y 22 de abril y 18, 19 y 20 de septiembre. También tenía mercados los días 15 y último de cada mes. La fiesta principal es la de San Antón, el 17 de enero y el 2 de febrero hace 67 años se celebraban Las Candelas. Asimismo, destacan los festejos taurinos que se celebran los días 8, 9 y 10 de septiembre.



Edificios principales de Brozas


            La guía de Cáceres y su provincia reseñaba como edificios principales de Brozas “el Templo Parroquial de Santa María, el casino de “La Concordia”, la casa propiedad de los señores don Pedro y D. Santiago Domínguez y familiares, en cuya casa - palacio que reemplazó al castillo destruido en 1431, por el Infante D. Pedro de Aragón, estuvo aposentado en 1796, con motivo de la guerra de sucesión, el general portugués Marqués de las Minas; otra de D. Martín Vivas Chaparro, sita en la calle Gabriel y Galán; otra de D. Manuel Salvado Muro, Conde de Sorróndegui, sita en la Plaza de Ovando; otra de D. Fernando Burgos Colmenero, sita en la calle Muñoz Chaves; otra de Dª Juana Montes Rodríguez, sita en la calle del Padre Amado y otra de los señores herederos de D. Alejandro Guija García, sita en la calle Brocense. Entre los cortijos habidos en el término municipal destacan el denominado “Vaqueril”, sito a 7 kilómetros y propiedad del Marqués de Liédena; el denominado “Araya”, propiedad del Duque de Sueca  (don Carlos Rúspoli Caro) y socios; el denominado “Pizarroso”, sito a 10 kilómetros y propiedad de D. Manuel Flores de Lizaur y otro denominado “Greña”, sito a 6 kilómetros y propiedad del Conde de la Encina, don Fernando Burgos Colmenero.


Brozas disponía ese año de estafeta de correos y teléfono. Tenía coche de línea de Cáceres y es ruta de la de Cáceres - Ceclavín. Las estaciones férreas más próximas son Río Tajo, Arroyo -  Malpartida y Herreruela que distan todas unos 34 kilómetros, pero el vecindario acostumbraba a servirse de la de Arroyo – Malpartida.


            El término municipal producía cereales, ganadería, carbón, bellotas y algo de aceite, pimiento y algodón. Su extensión es de 39.794 hectáreas y 43 áreas.


Y el libro ofrece al final una relación nominal de algunas industrias, profesiones y títulos de nobleza.


            En Brozas había en 1950 tres agentes comerciales: Don Pablo Claver, don Modesto Garlito y don Ángel Marchena. Igualmente había dos almazaras, cuyos propietarios eran don Simón Díaz y don Norberto Elviro. Las farmacias correspondían a doña María del Carmen Santurino y a don José Antonio Rodríguez. La fábrica de harinas, que proporcionaba electricidad al pueblo, era del médico don Ciriaco Rodríguez Ortiz, y los molinos maquileros eran propiedad de don Francisco Hurtado, don Alejandro Vinagre, don Regino Santano, don Félix Molino, de la viuda de don Felipe Garlito, don Ignacio Garlito, don Luis Durán y don Hipólito Durán.



            En Brozas trabajaban los siguientes médicos: Don Juan Francisco Artaloytia, don Julio Espárrago (la guía le llama don Julián), don Venancio Gil y don Ciriaco Rodríguez (en la foto, su casa con una placa por su gran labor profesional). En cuanto a los veterinarios, aquí ejercían do n Fernando Domínguez, don Salvador González, don Ángel Tato y don Pío García.




            En el apartado de los ultramarinos y coloniales, por aquella fecha, el pueblo tenía los comercios de don Julio Marchena, hijos de don Gerardo Bernal Nieto; don Julián Sánchez, don Rogelio Cancho, don Adrián Remedio, don Bonifacio Sereno (en la foto), don Enrique García, doña Teodora Calle, don Saturnino Ruano y doña Juana Arroyo.


            Por último, el autor escribe una curiosa nota: “La Guía de Cáceres y su provincia se limita exclusivamente a orientar al público en aquello que, por necesidad o curiosidad, pretenda conocer de Cáceres y su provincia, sin que sus datos y cifras impliquen más garantía que la honorabilidad y buena fé de las personas que informaron a su Autor”.


La Guía estaba publicada en la Imprenta El Noticiero de Cáceres capital y este libro que un servidor adquirió en Madrid perteneció a personas propietarias de las dehesas “Valcaliente” y “Quinto del Hierro”, de Trujillo – Aldecentenera.

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