Cada verano me paso por la muy bien
cuidada biblioteca municipal de la villa cacereña de Las Brozas, situada en lo
que fuera colegio de las monjas carmelitas de Orihuela, y lugar donde residiera
durante, al menos tres años, el insigne gramático Elio Antonio de Nebrija. Aún quedan
rescoldos en el sitio de tanta sabiduría. Muy bueno sería colocar una placa de
granito, similar a la que figura en la casa natal del gramático Francisco
Sánchez de las Brozas, en la fachada del lugar para recordar a propios y extraños
que “En
este lugar residió con su familia el autor de la Gramática Española de la
Lengua Elio Antonio de Nebrija”.
Pues bien, como decía cada año me paso
por la biblioteca y recojo algunos libros que tengan que ver con Extremadura.
En esta ocasión ha sido uno titulado “Maestros de hacer órganos en la provincia
de Cáceres. Siglos XVI – XX”, de Vicente Méndez Hernán y publicado en
2007 por la Institución Cultural El Brocense de la Diputación Provincial de
Cáceres.
En la contraportada se reseña un
resumen del libro en el que se destaca el “vacío
documental que sobre algunos de los maestros organeros más importantes que
trabajaron en nuestra región, al tiempo que reconstruye proyectos constructivos
tan interesantes como el del órgano que la parroquia de Madroñera contrató a
finales del siglo XVIII y restauro en el siglo XIX”. Con este trabajo el
autor consiguió el Premio Extraordinario de Doctorado.
Repasándolo muy por encima me encuentro
tres citas en tres páginas de Brozas, dedicadas a la familia Amador, maestros
organeros, que tenían su taller abierto en Brozas. Aporta el investigador
Méndez Hernán que en esta época “se desarrolla el medio registro también denominado teclado partido o quebrado que vino a renovar la nueva estructura
renacentista, al permitir que el intérprete pudiera multiplicar y enriquecer
los recursos tímbricos del instrumento a su voluntad”. Y habla de la labor de
Juan Amador en la iglesia de Santa María de Trujillo, allá por el año 1664, al
introducir en esta ciudad el nuevo invento musical.
El cronista oficial de la ciudad de
Trujillo, mi buen amigo José Antonio Ramos Rubio en su libro “Estudio histórico
artístico de la Iglesia Parroquial de Santa María la Mayor de Trujillo”,
publicado en 1990 por la Caja de Ahorros de Plasencia informa que el maestro
Juan Amador “El Joven” se encargó de los dos órganos de este templo trujillano
y que se supone que eran de pequeño tamaño, porque ya otro organero, el
napolitano Horacio Fabri, se había encargado de realizar uno mayor. A Juan
Amador padre e hijo se le uniría otro más José Amador, hijo y hermano de estos,
lo que hace presuponer que en el siglo XVIII residían en Brozas tres organeros
reconocidos en toda Extremadura.
Según este estudio doctoral, Juan Amador “El Viejo”.
Él fue el que introdujo en la región el nuevo sistema del “medio registro”,
concretamente cuando trabajaba en 1628 en la parroquia emeritense de Santa
Eulalia. Este profesional trabajó en los órganos de Badajoz, Cáceres y
Garrovillas de Alconétar. En Badajoz lo hacía en 1610 reparando y afinando los
órganos; en 1618 en el que construyera para la iglesia de San Mateo de Cáceres
Juan Francisco Fabri, hijo de Horacio. Dos años más tarde trabajaba ya en
Garrovillas.
A su vez el 10 de agosto de 1667, Juan Amador “El
Joven” se contrató con la iglesia parroquial de San Martín en Trujillo para
construir un nuevo órgano que sustituyera al que había hecho Horacio Fabri. Cuando el maestro de Llerena José Antonio de
Larrea y Galarza construye el nuevo órgano de San Martín, el anterior de Amador
es trasladado, en el año de 1761, al templo parroquial de la localidad cacereña
de Madroñera.
La persona que estudió el órgano en Trujillo fue
Carmelo Solís Rodríguez, sacerdote, canónigo de la Catedral de Badajoz y
Académico de la Real de Extremadura, con el que me unió buena amistad durante
sus intervenciones en los Coloquios Históricos de Extremadura. Su trabajo
“Historia del órgano en Trujillo” fue presentada en el V Congreso de Estudios
Extremeños en 1976 y publicada en Badajoz por la Institución Cultural Pedro de
Valdivia.