Una singular Navidad
Francisco Rivero
Cronista Oficial de Las Brozas
(Cáceres)
La Navidad se ha vuelto cada vez más un recurso comercial
para gastar y gastar y nos olvidamos que lo que se celebra es el nacimiento del
Niño Dios en un portal, con un buey y una mula ¿Hay mayor pobreza para nacer?
Al margen del hecho cristiano de la Navidad, que todos
rememoramos con los nacimientos que las familias, acompañadas de los niños,
colocan en sus casas, en los colegios, en las iglesias y hasta en los centros
comerciales, es una época agradable y familiar. Uno se desplaza cientos y a
veces miles de kilómetros para estar unidos a la familia en la cena de
Nochebuena.
Hasta aquí lo más conocido, pero hay hechos singulares en
nuestros pueblos y ciudades que quiero rememorar en este recorrido, incluso
algunos de ellos son atractivos turísticos singulares.
Lo primero que me viene a la memoria de mi infancia es el
colegio de las Carmelitas de la villa cacereña de Las Brozas donde se
celebraban por Navidad las Jornaditas, y los niños y niñas íbamos a la capilla
durante nueve jornadas para acercarse al Niño Dios y a los Reyes Magos. En este
colegio donde aún se encuentra la guardería, muy escondido, está el palacio que
habitó Antonio de Nebrija, el autor de la primera Gramática Castellana, donde vivió
con todos sus hijos, durante varios años. Curiosamente, a la vuelta de la
esquina, está la calle Aldehuela, donde nació, al año siguiente de morir en
Alcalá de Henares, este ilustre gramático, Francisco Sánchez de Las Brozas,
otro gramático quien con sus teorías en su obra “Minerva” son estudiadas hoy
por el prestigioso pensador norteamericano Noam Chomsky.
De este bello pueblo de la provincia de Cáceres, hoy el
último conjunto histórico artístico de Extremadura, me trasladé en mi vida
profesional como periodista a la ciudad de Palma de Mallorca y allí pasé doce
años, donde he podido escuchar en varias ocasiones en su preciosa catedral
gótica el “Cant de la Sibil.la”, que es un canto medieval, y que se hace cada
Nochebuena por todas las iglesias mallorquinas. Hoy es Patrimonio inmaterial de
la Humanidad; se hizo el mismo día en el que se declararon al flamenco, a la
dieta mediterránea y a los “castellets” catalanes. Yo se la he oí cantar a la
cantante mallorquina María del Mar Bonet, hija del que fuera mi director en el
diario Baleares Joan Bonet, dentro de la catedral de Palma., ese drama
litúrgico con música gregoriana y que no solo se interpreta en la capital, sino
en todas las iglesias de la isla como maitines de Navidad, en la Misa del
Gallo, incluido en el monasterio de Nuestra Señora de Lluc, patrona de la isla
y llama la atención que también se cante Sa Sibila en la iglesia de Alguer, en
la isla italiana Cerdeña donde aún hoy en día se habla catalán porque aquella
isla fue conquistada por el Reino de Aragón.
Y tras mi estancia mallorquina me aposenté en Madrid,
donde la celebración de la Navidad es un canto a la vida alegre y festiva,
donde las calles se muestran colorida y se visitan los belenes repartidos por
toda la ciudad, como un atractivo turístico más, pero sin duda alguna lo mejor
es el mercadillo que cada año se coloca en la Plaza Mayor y donde se pueden
comprar todas las figuritas para el portal de Belén, árboles navideños o
cualquier otro objeto que atraiga la atención esos días festivos, curiosas y singulares
máscaras para el día de Nochevieja. Claro que la Nochevieja en la Plaza Mayor
marcaba el paso de un año a otro, donde el reloj del palacio de Gobierno
regional daba la hora mientras miles de visitantes comen en directo las 12
uvas, alegrándose con sus cantos y las bebidas el cambio al nuevo año, como en
otros países, como es el caso de Italia, tienen la costumbre de comer las
lentejas a final del año.
Como esta es una publicación para los Ayuntamientos, el
alcalde de Madrid, José Luis Martínez-Almeida, con un elogiable criterio “ha
pedido ya a los madrileños que no acudan esta Nochevieja a la Puerta
del Sol para despedir el
2020 y tomar las 12 uvas y que, en la medida de la posible, se haga desde casa”.
No hay nada mejor en
estas fiestas que además de cenar en Nochebuena en familia (muy pocos a la
mesa), visitar los belenes que haya en nuestros pueblos o ciudades, pero quiero
destacar uno muy singular: El Belén Viviente de Beas de Segura, en la provincia
de Huelva, con más de 30 escenas bíblicas y otras escenas de la época del
nacimiento de Jesús en el que participa todo el pueblo para que los más jóvenes
sean los verdaderos protagonistas al ser los personajes del belén. Hasta 10.000
personas se acercaron a verlo en la última edición. También en Andalucía se
halla el Museo del Nacimiento, abierto todo el año, pero que en Navidades es
aun más visitado, Me estoy refiriendo el Museo de Internacional de Arte
Belenista, de Mollina, en la provincia de Málaga, muy bien comunicado por la
Autovía A -92. En una nave comercial, a la salida del pueblo, en más de 5.000
metros cuadrados. Lo he visitado y es muy recomendable conocerlo “in situ”.
Aquí le dejo su página web: https://www.museodebelenes.com/
No quiero dejar de vitar aquí algo tan insólito h curioso
como la llegada, por Navidad, del Olentzero de Bilbao, que baja desde su caserío
montado en un caballo de madera gigante, al que llaman “pottoka” y muchos,
muchos regalos para los niños. Hay una cabalgata, similar a la de los reyes
Magos, pero, claro en el País Vasco, dada su idiosincrasia, desean que el
pueblo acepte a sus mitos de la cultura popular, como la Mari Domingi, el
carbonero, el Basajún o los simpáticos “galtzagorris”, La cabalgata comienza en
la popular Plaza Moyúa y concluye en el Teatro Arriaga, donde el “Olentzero” ha
de recibir a los niños que son buenos en la mañana del día de Nochebuena para
entregarles sus regalos.
Pero, sin duda alguna, la más antigua Cabalgata de Reyes
es la de Alcoy, desde 1866. Es tanto su atractivo que está declarada Fiesta de
Interés Turístico Nacional. A igual que en Bilbao hubo un personaje popular en
el siglo XIX, el tío Piam, que invitaba a los niños a cantar canciones típicas
de Navidad. Los Reyes Magos llegan acompañados de pajes negros, quienes portan
escaleras y dejan en las viviendas los regalos reales que han pedido los niños.
Gracias por este repaso a las tradiciones navideñas de nuestra patria, querido Paco.
ResponderEliminarComo paisano tuyo criado en la ciudad de Cáceres, y ya que hablas de los Belenes, también añado que en Cáceres existe un gremio de belenistas muy importante. Verdaderos artesanos del Belén, que nos sorprenden cada Navidad con impresionantes escenificaciones, en cada una de las hermosas y milenarias iglesias de esta capital, y en todo lugar de culto religioso.
Informo al turista que se acerque a Cáceres, atraído por su conjunto monumental del Barrio Antiguo, que es Patrimonio de la Humanidad, que repare en los Belenes repartidos por doquier durante estas emotivas fiestas cristianas. Estoy seguro de que se llevará una gratísima sorpresa, por el arte y la magia que los belenistas cacereños saben imprimir a estas facturas.