sábado, 8 de febrero de 2025

EL ARTE DE HACER REIR



Desde hace un tiempo poseo en mis archivos unas páginas originales de la revista “Blanco y Negro” del domingo 15 de junio de 1919 en la que se publicó una entrevista de Ramón Martínez de la Riva al actor Casimiro Ortas titulada “El arte de haber reír”


Como profesional del periodismo he hecho numerosas entrevistas a famosos personajes españoles y extranjeros, a lo largo de mi vida y en ellas siempre se descubren facetas inéditas del entrevistado. Y esto es lo que ocurre en esta interviú.





La entrevista se hizo en la casa de Ortas en Madrid y hablaron de lo que solía hacer al salir del teatro. 





- Yo que vivo solo para el teatro, aquí estoy muy lejos del teatro Me dedico a la familia y a mi placer favorito, la fotografía. En ocasiones no duermo un descanso, porque todo el tiempo que el teatro me deja libre lo dedico a trabajos fotográficos.



Foto hecha por Casimiro Ortas


    Casimiro mostró al periodista preciosas fotografías de los jardines de Aranjuez, del Monasterio de El Escorial y de los alrededores de Madrid.





    Por aquel tiempo del mes de junio, Ortas estaba representando en el Teatro Apolo, que estaba situado pegando a la iglesia de San José, en el cruce de la calle de Alcalá con la Gran Vía madrileña, donde ahora hay una placa que lo recuerda. La obra que representaba, uno de sus mayores éxitos, era “El asombro de Damasco”, una zarzuela en dos actos obra de Antoni Paso y Joaquín Abati, con música del maestro Pablo Luna y que recuerda remotamente a un cuento de Las mil y una noches. La obra se estrenó el 20 de septiembre de 1916 en el Teatro Apolo y cuyo principal pape, el del doctor Bhem Ibhen fue interpretado por Casimiro Ortas, al que ke crítica le elogió de la siguiente manera: “Ortas, como de costumbre, hizo las delicias del público”. Esta zarzuela fue la primera en estrenarse en Londres bajo el título de “El primer beso” y está considerada como una de las mejores zarzuelas de siempre.





    En la entrevista, Casimiro Ortas explica que no estaba muy interesado en trabajar en América, donde estuvo en Cuba (desde mayo de 1918) y en México, donde por cierto aquí le fue muy mal. Él lo explica así con sus propias palabras: “Yo fui a América esta última vez creyendo hacer un gran negocio. Y no fue mal. Llevé una compañía formidable; pero yo iba con la impresión del éxito que tenía en La Habana”.


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