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martes, 19 de abril de 2022

Mis recuerdos de mi admirado Enrique de Aguinaga

 



 

            El Viernes Santo se ha ido con Jesucristo mi admirado profesor y cronista oficial de la villa de Madrid Enrique de Aguinaga, a la edad de 98 años. Cuando un servidor tenía 18 años -en los cursos 1971-1976- le conocí en la entonces Facultad de Ciencias de la Información, cuando ni siquiera esta tenía sede oficial y se hallaba en el Instituto de Radio y Televisión en la Dehesa de la Villa de Madrid. Fue mi profesor de Redacción Periodística, un gran maestro de la enseñanza del periodismo vivo y palpitante. Con el tiempo creó el Máster de Periodismo en el diario ABC.

 

            Durante su trabajo como profesor nos llevó a verdaderas personalidades del periodismo, como el dibujante y con el tiempo Académico de la Lengua, Antonio Mingote, o el también humorista Antonio Fraguas, más conocido como Forges, que es la traducción de su apellido desde el catalán. En ambos casos, como con otros michos los alumnos supimos disfrutar de esas singulares clases.

 

            Conocía su enorme casa en la Ciudad de los Periodistas de Madrid; una casa con muchos libros, una verdadera biblioteca que tenía en grandes estanterías y que ya ha donado recientemente a la Fundación de Caja Badajoz y también al Museo de Historia Municipal de Madrid. Hace años fui a verle a su casa para abrirle las puertas a una buena amiga periodista de Brozas, ya fallecida, Quiqui Bravo Rino, que le entrevistó para una revista.

 

            Como vivíamos juntos muchas veces nos veíamos en el metro Herrera Oria cuando él llegaba, a mediodía, de su oficina desde la que dirigía la revista “Ilustración de Madrid”.

 








            Poca gente sabía que era natural de un pueblo de Extremadura, concretamente de Valverde del Fresno, en plena Sierra de Gata cacereña, donde hace años los cronistas de Extremadura cuya asociación tuve el gusto de iniciar, siendo el presidente de su junta gestora, le hicimos un homenaje y le acompañamos en ponerle una calle a su nombre. Al día siguiente me quedé solo con él y recorrimos la villa con su compañera y cuidadora. Quiso recordar los recovecos del pueblo y hasta la iglesia donde fue bautizado. Una fotografía que tengo y que le envié. La mujer hizo como si le bautizara por segunda vez a sus 90 años y yo tomé esa singular foto. He de encontrarla entre mi colección de miles de fotografías.

 


            En otra ocasión, en las cenas coloquios que celebrábamos lo extremeños en Madrid, una noche él era el invitado. Dijo que había acudido para saludar a sus paisanos, pero también para habar de José Antonio Primo de Rivera, del que había leído todas sus obras y era un fiel seguidor, no de ser falangista, que nunca lo fue.

 

En el Hogar Extremeño de Madrid

 

            Siendo un servidor vocal de Cultura del Hogar Extremeño de Madrid, bajo la presidencia de Maruja Sánchez, le invite en el año 2010, a que diera una conferencia sobre el centenario de la Gran Vía de Madrid. Fue un exitazo y aprendimos mucho de él. De esa charla recuerdo algo muy singular. Un día aparece muerto en la Gran Vía un señor, congelado de frío… resultó ser el embajador de Rusia en Madrid

 




            Uno de los últimos encuentros fue, en octubre de 2015, en el Congreso Nacional de la Real Asociación Española de Cronistas Oficiales, celebrado en Jaén, donde le acompañó otro buen amigo, Vicente Oya Rodríguez quien en 1973 trabajaba como periodista en el diario del Movimiento “Jaén”, me enseñó a ser un audaz reportero. Vicente y Enrique fueron nombrados Cronistas de Honor por esta Real Asociación, cuando la presidía Antonio Galiano y un servidor formaba parte de su Junta Rectora Nacional. En este vídeo, Enrique de Aguinaga no cumplía 92 años, sino 29…

 


            No puedo dejar de mencionar aquí la entrevista que le hizo Julio Ariza en 2016 en “El Toro TV” y que ha sido repuesta hacer unos días con motivo de su fallecimiento. Allí descubrí al verdadero Enrique de Aguinaga, un hombre con mucho humor, pero también con mucha profundidad. Baste solo un ejemplo. En la entrevista dijo: “Hay tres estamentos fundamentales: El universo, la naturaleza y el hombre… y todo ello me lleva a Dios”.

 

Aquí el enlace de la entrevista: https://www.youtube.com/watch?v=rza_SuugtvA 


¡Dios lo tenga en su Santa Gloria”

 

 

sábado, 2 de abril de 2022

“Desde mi patio”, Bueno

 



 

            Antonio Bueno es un amigo bueno. Es de Cáceres, bueno de Villa del Rey, un pueblo cercano al mío a pocos kilómetros de Brozas y de Alcántara.


        Hace tiempo quería dedicarle un artículo en mi blog “Cronista de Las Brozas”, porque Bueno es un hombre bueno que ha dedicado todo el ingreso de su libro a una buena acción, El mucho o poco dinero que ha recogido se lo ha donado a ASPACE Cáceres, una entidad sin ánimo de lucro declarada de utilidad pública en 1993, por atender a personas con parálisis cerebral.


            En total, El bueno de Antonio ha recogido 205 artículos que ha ido publicando en la sección de Plaza Mayor y en Cartas a la directora el diario HOY. A él y a mi compañero de Badajoz, Alberto González, les debo, haber dado unas conferencias sobre la primera película extremeña, rodada en Brozas, junto al río Salor, por Herminio Torres. Además, Antonio Bueno fue mi brazo derecho tras la fundación de la Asociación de Periodistas y Escritores de Turismo de Extremadura, una asociación que duró más de 25 años y que al pasar a una nueva junta directiva, liderada por Juan Pedro Plaza Carabantes, desapareció en menos de dos.




            El libro se titula “Desde mi patio” y yo le coloco la foto de su libro desde mi patio apoyado en un carrito típico de Costa Rica. Sé que Bueno ha viajado por medio mundo incluso por países donde yo no he pisado, un gran viajero.




            En sus numerosos artículos habla varias veces de Brozas, el primero de ellos, con motivo del 500 aniversario de su fallecimiento dedicado, en mayo de 2011, Nicolás de Ovando, primer gobernador en Indias por orden de los Reyes Católicos; nacido en Brozas y enterrado en Alcántara.


            El segundo es de su abuela paterna, que no había salido de Villa del Rey y cuando iba hacia Cáceres, al pasar por Brozas le dijo a su hijo que la llevaba en el coche: “Hijo qué grande es el mundo”. Y su nieto responde en el libro: “¡Santa inocencia!”.





            Con el tercero aprendí de Cáceres una cosa que yo no sabía. La Casa de Mirón, una antigua casa de muebles, situada en la Plaza de Publio Hurtado, donde estaba el Museo Municipal, ahora cerrado, había sido propiedad de la familia Elviro de Brozas, que se la vendió a la señora Gordún que tenía una tienda en la plaza de San Juan (Muebles Mirón)