Esto
de estar confinados por orden sanitaria gobernativa hace que dediquemos un buen
rato a mi biblioteca de temas extremeños. He sacado el libro de Santiago Molano
Caballero “Alconétar. Colección de
documentos, escritos y publicaciones”, editado por la Asamblea de
Extremadura con motivo del 25 aniversario del Estatuto de Autonomía de la
Comunidad Autónoma, con 379 páginas, que aporta 90 documentos históricos, de
los que siete de ellos tiene relación con la cerca villa de Las Brozas.
Prehistoria. El
solar de los túrmodigos.
Los
tumorgos era un pueblo pre-romano, poco estudiado, vecino a los cántabros y
astures, por la actual Burgos y Palencia, y fueron conquistados por Quinto Cecilio
Metelo, en el 73 antes de Cristo.
En el libro, del que ya
tratamos el otro día sobre la Brozas artística en 1959, “Extremadura, tierra donde nacían los dioses”, publicado en 1961 por
Espasa-Calpe, Miguel Muñoz de San Pedro, Conde de Canilleros, con referencia familiar
en Brozas escribe sobre la herencia de Alconétar:
Apenas
se cruza a la margen izquierda del Tajo, hay que desviarse al oeste de la
carretera general para ir hasta la cercana Garrovillas, la heredera de la
jurisdicción del viejo Alconétar. Tan solamente se encuentran en este sector la
cabeza del partido y Navas del Madroño, que queda ya fuera del terreno pizarroso,
en la veta granítica, cercana a la influencia de la histórica villa de Brozas,
lo que se refleja en los blasones que ostentan algunas casas. Navas es un
pueblo de vida rural, que tiene el curioso detalle de la enorme cantidad de
chimeneas que destacan sobre sus tejados.
Garrovillas
descansa sus cimientos en un bajo rodeo de cerros, en tierra escabrosa y de
pizarra por la que pasaron las viejas civilizaciones, lo que atestiguan los
dólmenes de las Eras del Garrote. Se dice que aquí tuvo su asiento la tribu
céltica de los túrmodigos, arrancando de tan lejanas edades la vida de la que
luego parece fue modesta aldea denominada Garro y sujeta a la jurisdicción de Alconétar,
hasta que la decadencia y ruina de ésta, casi consumadas en el siglo XIII, la
convirtieron en heredera de su vecindario, de su primacía y de su título de
villazgo, que unido al primitivo nombre, formó el de Garrovillas. Igual que la
vieja sede, fue señorío de infantes, recayendo después en la casa de Alba de
Liste, cuyos escudos timbran los monumentos, en detalles tan encantadores como
la gótica portada lateral de la parroquia de San Pedro.
Año 1233: Carta Puebla de Garrovillas
de Alconétar
Uno de los temas que trata este
libro es un documento de la primera mitad del siglo XIII, concretamente del año
1233, concretamente la Carta Puebla de Garrovillas de Alconetar, carta
entregada ese mismo año en la villa de Alcántara por el rey Alfonso IX (Zamora
1171, Sarria 1230). Por esta carta, el rey concede una serie de privilegios
para repoblar la villa de Garro tras la Reconquista. Hay que recordar que tanto
Alcántara como Brozas fueron reconquistados a los moros el 17 de enero de 1213,
solo 20 años antes. En este caso se escribe sobre los deslindes de la villa de
Alconétar.
Ermita de Santo Domingo, en Navas del Madroño
En este apartado hay que decir que,
por esa época, la aldea de Las Brozas pertenecía a Alcántara, hasta que en, en
tiempos de Carlos V, concretamente en 1537 se separó de ella. Posteriormente,
ya en el siglo XVIII, Las Ventas del Madroñal; es decir, Navas del Madroños, se
apartó de la villa de Las Bozas. De ahí que el deslinde de esta zona entre la
villa de Garro y Alcántara fuera por la zona de la rivera de Araya, pegando a
la ermita de Santo Domingo. Sto Vicente de ay sus a o regajo dnde o a
camino das brozas q ven do o mesto de soberere dereyto dy volve faz a araya
atraviesa araya por yus de santo dgo”. (Atraviesa la rivera de Araya por Santo
Domingo)
Los templarios de Alconétar
El rey Alfonso X (Toledo
1221, Sevilla 1284) y los templarios de Alconétar es el tema que Antonio C.
Floriano Cumbreño trata en su libro “Cáceres,
la repoblación y los Fueros” (Cáceres 1959), donde habla del conflicto de
los templarios de Alconétar con la villa de Cáceres. Todos sabemos que las
villas de Garro y de Alconétar fueron templarias, de las que se apropiaron con
el tiempo los freyres de la Orden Militar de Alcántara, como expliqué en la ponencia
que cerró el Congreso Internacional de los Templarios celebrado en Jerez de los
Caballeros (Badajoz) hace ya varios años.
Este documento habla de que: En el
momento de la reconquista de Cáceres el Temple pues había quedado reducido en
la Transierra a la posesión de Alconétar y parecía dispuesta a mantenerse allí,
concentrando en esta posición la totalidad de su poderío, decidido a no
soportar más detentaciones. Robustecieron el Castillo rodeándole de reductos,
pusieron en él una fuerte guarnición y desparramaron por los extensos campos de
la encomienda sus ganados, bajo la protección de pastores armados como
guerreros.
Ellos
recelaban en primer lugar de Alcántara que por la parte de Brozas presentaba
una avanzada palmariamente amenazadora contra Garrovillas; pero no perdían de
vista el realengo cacerense cuyos confines llegaban hasta Talaván, subiendo sus
ganados a pastar hasta la confluencia del Almonte.
De hecho, hay en esos campos de
Hinojal, a 5 kilómetros de Talaván, y en las cercanías de los límites actuales
de Hinojal con Garrovillas, una ermita templaria, la de San Berto (San Bartolomé),
con restos de frescos en su interior y que ha sido recientemente restaurada por
todos los vecinos y que la Asociación de Hispania Nostra, que defiende los monumentos
artísticos y naturales de España, ha sacado de su lista roja. Esperemos que
haga lo mismo con el famoso convento de San Antonio de Garrovillas.
Ermita de San Berto (Hinojal)
Los castillos de Brozas
El autor del libro
recoge también otro documento bibliográfico, cual es el trabajo de Antonio C.
Floriano Cumbreño titulado “Castillos de la
Alta Extremadura», editado en 1953 en Cáceres y en lo referente a Brozas trata
de sus castillos.
Al
sureste de Villa del Rey, en término municipal de Brozas, estaba la atalaya
llamada de Belvís, de la cual resta un sólo ángulo de Torreón,
visible todavía a la derecha de la carretera.
Torre de Belvís entre Brozas y Villa del Rey
Brozas, que tuvo castillo de gran
fortaleza del que resta tan sólo alguna de las torres de ángulo, que son
redondas. El resto está o destruido o sumergido en edificaciones posteriores.
Hacia el este de Brozas estaba la encomienda de Araya, con su villa y su castillo.
Castillo de Araya, al sureste del término municipal de Brozas
Año 1642: Un posible rey de Andalucía
Por último, unos siglos más tarde, otro
documento que cita en las relaciones entre las localidades de Garrovillas de
Alconétar y la villa de Las Brozas trata de la crónica del confinamiento que
tuvo el Duque de Medina Sidonia don Gaspar Alonso Pérez de Guzmán el Bueno
(sobrino del famoso Conde Duque de Olivares) en Garrovillas durante gran parte
del año 1642, pues llegó al pueblo vecino el 21 de enero de ese año. Nació en Valladolid en 1602 y murió en 1664
en Dueñas (Palencia). El rey Felipe IV lo mandó exiliar porque quiso quitarle
el torno y hacerse rey de Andalucía con el apoyo de su cuñado el rey Juan IV de
Portugal.
Este documento lo recoge Luisa
Isabel Álvarez de Toledo en el libro “Historia de una conjura”, publicado en
Cádiz en 1985.
Y aquí se escribe: “Decir que el Guzmán estuvo preso en
Garrovillas, sería exagerado. Tomaba la barca de Alconétar, cuando le venía en
gana, pasando la Semana Santa en el Convento del Palancar. Fundado por San
Pedro de Alcántara, el cenobio de adobe y celdas ínfimas, estaba en
construcción. Incómodo el retiro, lo suavizó la nieve, que se procuró para la
bebida. Frecuento Cañaveral, asistiendo
en Brozas a la fiesta de San Marcos. En abril quiso trasladarse
a Zafra, lugar mejor comunicado, que le permitiría activar la leva.
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