Siempre
he considerado a “The Economist” una revista seria con excelentes análisis que
apenas son contestados por la opinión pública mundial, pero en algo que nos
afecta como es la declaración de independencia de la región española de
Cataluña, no ha estado nada fina.
Apoya
sin reserva la postura independentista considerando que tienen valor todos los argumentos del Gobierno
regional y del parlamento de Cataluña: Que si ha habido 900 heridos en la
revuelta del día del falso e ilegal referéndum, sin que se contraste estas
cifras como corresponde a un periodismo serio y obje4tivo; que si las fuerzas
de policía nacional “atropelló y cargó” contra pobres ancianas que tenían el
derecho de votar, que hay que dar más dinero a Cataluña, otorgándole la posibilidad de una independencia.
Es
incomprensible para mí, como periodista, que al hacer un análisis de la
situación en Cataluña diera solo por buena todo lo que dicen los independentistas
y no contraste la información para estar más cerca de la objetividad.
Una
crítica, como ciudadano, al Gobierno español. ¿Qué ha hecho el Gobierno, a
través de las embajadas, que no aclara la situación a los medios informativos que
son decisores a la hora de crear opinión en los ciudadanos de las sociedades occidentales?
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