El viernes tuve la suerte de pronunciar en el Hogar Extremeño de Madrid una conferencia sobre
el extremeño Vasco Núñez de Balboa, descubridor del Océano Pacífico en septiembre
de 1513.
Acudieron a la
llamada numerosas personas de Madrid.
Personas amigas de lo más variada procedencia: extremeños en Madrid, amigos
de Hinojal y de Brozas; cronistas oficiales y de las asociaciones de periodistas
de turismo; amigos del Foro Extremadura… y hasta 8 gloriosos del Mester de la Picardía Viajera.
Unas palabras
de la alcaldesa de Jerez de los Caballeros, Margarita Pérez Egea, enviadas por escrito, abrieron la conferencia, que fueron
clausuradas por una intervención del extremeño
Carlos Gil, estudioso del folclore panameño.
La conferencia
iba a tener dos partes: Una histórica y otra turística y mis experiencias en
ese lindo país.
No lo cité,
pero Vasco Núñez de Balboa y mi paisano Nicolás de Ovando se encontraron en la
isla de la Hispaniola, República Dominicana y Haití.
Y calco de la
charla lo siguiente:
“Núñez de Balboa ganó bastante dinero en su primera expedición
y se fue a tierras más tranquilas en 1502. Es año, mi paisano Nicolás de Ovando
se hacía cargo de la Gobernación de las Indias, por orden de los Reyes
Católicos, Su mandato no iba más allá de la actual República Dominicana y
Haití. Núñez de Balboa se aposentó en la zona oeste de la isla la Hispaniola,
en el actual Haití, concretamente fundó, junto a Diego Velázquez, que con el
tiempo sería gobernador de la isla de Cuba, la población Salvatierra de la Sabana, al
oeste de la isla, y hoy conocida como la ciudad de les Cayes”.
La
segunda parte de la charla fue mi experiencia por Panamá:
Y algunas experiencias vitales que este viajero ha tenido
por esta zona de América han sido ricas y variadas, como entrevistar en
Mallorca –donde residí doce años- al general Omar Torrijos, por entonces
presidente de Panamá, o realizar una visita a los indios Kuna, el lugar donde
murió nuestro paisano, en la actual provincia de San Andrés, a donde me
desplacé en una pequeña avioneta desde el aeropuerto de Panamá hasta el pequeño
aeródromo de los kuna, situado en el continente y muy cerca de una
islita-ciudad. A la vuelta, una gran tormenta tropical amenazaba la pequeñísima
avioneta mientras, a medio metro de mí, el fuerte aguacero impactaba sobre el
parabrisas de la aeronave haciéndola bambolear.
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