Cuando era joven iba cada semana al cine en mi pueblo, en Brozas. El cine se parecía al de la película "Cinema Paraíso". Yo era amigo de los hijos de los propietarios y ayudaba en la cabina a rebobinar la película. Era un trabajo muy interesante.
Pero sobre todo buscaba encontrar algo más a través de la pantalla. Había vida en Roma, en París, en Londres o en Nueva York. Cada fin de semana iba al cine y me entusiasmaba ver cómo el mundo no se acababa en mi pequeña villa. Y lo comentaba con mis amigos.
Un día, cuando tenía 15 años, mi padre me preguntó qué quería ser cuando fuera mayor. Le contesté que periodista.
Él me dijo: “¿Pero esa gente no va a la guerra?” y yo le respondí que sí, pero que no todos. Yo quería estar entre la gente, dar a conocer los hechos sociales.
Fue a los 15 años como conseguí publicar mi primera crónica. Trataba de la labor de unos jóvenes de mi pueblo en favor del Domund, o Día Mundial de las Misiones. La publiqué en el periódico de la región y… bien orgulloso que estaba de ello.
Y unir esas dos actividades fue lo que me llevó a ser periodista y concretamente periodista de turismo.
Estudié Periodismo en la Facultad de Ciencias de la Información, en Madrid, de la primera promoción universitaria de periodista y antes de concluir la carrera me trasladé a la isla de Mallorca, donde trabaje en el periódico “Baleares”.
En el periódico trabajé en todas las secciones, desde la redacción central hasta publicar tristes sucesos hasta entrevistas con grandes personajes, como el escritor Jorge Luis Borges o el secretario general de la ONU, Javier Pérez de Cuellar.
Con el tiempo, creé el Gabinete de Prensa del Aeropuerto de Mallorca; fui miembro fundador de la Asociación Balear de Periodistas de Turismo; vicepresidente de la Asociación de Madrid y actualmente vicepresidente de la española o secretario general de la Academia Europea de Periodismo Turístico.
Como periodista de turismo en viajado a lugares en los que soñaba cuando era joven: la isla china de Hainán o las cataratas de Iguazú, la selva amazónica de Ecuador o visitar la ciudad de Yalta, en Crimea, donde tras la segunda guerra mundial se repartió el mundo; visitar el Líbano tras la guerra civil o conocer la sacrificada Bosnia. Mi último gran viaje fue cruzar la selva de Venezuela e ir en barca y a pie a la Catarata de Ángel, la catarata más alta del mundo con sus 984 metros de caída libre.
Eso es hacer turismo para mí
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