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domingo, 25 de julio de 2021

Entrevista de Casimiro Ortas en “Blanco y Negro”

 



 

            Escribo esta crónica en pleno mes de julio en Málaga, el lugar donde el artista cómico Casimiro Ortas, triunfara en el teatro Cervantes, y en pleno mes de cáncer, el signo del Zodíaco que va entre junio y julio. Entresaco estas notas de la “interviú” titulada “el arte de hacer reir” que le hizo en la revista Blanco y Negro el periodista Ramón Martínez de la Riva.  Era la revista del domingo 15 de junio de 1919, y que sólo costaba 40 céntimos. Con los años, yo publiqué también en los años 80 algunas curiosas entrevistas en esta singular e histórica revista del grupo de ABC, de Luca de Tena. Me acuerdo de la entrevista a un hombre argentino que estudiaba los ovnis y también otra a un canario, relacionado en Venezuela con el mundo de la ETA, o la entrevista al que fuera presidente de Panamá, el general Omar Torrijos, pero hoy no toca hablar de uno, sino del personaje Casimiro Ortas.

 




            De esta entrevista, titulada “El arte de hacer reír”, aprendo algunas cosas nuevas de este reconocido actor de primeros del siglo XX, entre ellas que era un amante de la fotografía, algo novedosísimo en 1919 o que ayudaba en los estudios a un sobrino, pues como dice el periodista “Casimiro que no tiene hijos, tiene sobrinos, por aquello, sin duda de que cuando lo primero no lo da Dios, da el diablo lo segundo”.

 


Obra fotográfica de Ortas


            Veamos el tema de la fotografía: Hacia las dos de la tarde, después de almorzar enseña al periodista sus notabilísimas fotografías. Y dice el actor: “Esa es de la ganadería del duque de Tovar”. Y mientras le iba poniendo en el estereócopio fotografías y más fotografía y le explicaba:

 

-          Yo vuelvo del teatro a las dos de la mañana y me encierro en el laboratorio. Se dan casos de estar en escena pensando en las placas que tengo que revelar, y qué combinación de baños haré para obtener los mayores efectos. Después, en el laboratorio, me dan, a lo mejor – es decir, a lo peor las cinco o las seis de la mañana. Cosa absurda si tenemos en cuenta que el teatro no espera y que su desaprovecho el tiempo para descansar, es imposible recuperarlo, pero ¿y la satisfacción de hacer fotografías como éstas?

 

Y añade:

 

             Yo que vivo solo para el teatro, aquí estoy muy lejos del teatro. Me dedico a la familia y a mi placer favorito: la fotografía. En ocasiones no duermo ni descanso, porque todo el tiempo que el teatro me deja libre lo dedico a trabajos fotográficos.

 

            El periodista y él fueron hasta el teatro Apolo donde ensayaba un sainete de Carlos Arniches. Y le pregunta el periodista:

-          El trabajo de actor cómico, ¿qué características tienes?

 

-          ¡Psch! ¡Yo que sé! No es inmodestia, pero creo que, cuando un actor llega a tener entre el público la simpatía y la autoridad que yo, seguramente ayudado por la suerte, he logrado, el actor necesita obras, eso siempre; pero todo en cuanto las obras le pongan es cosa secundaria. La característica en nuestro trabajo es una enorme personalidad. El actor cómico que no tenga autoridad para hacer en escena cuanto quiera con la certeza de que se lo han de celebrar, está perdido.

 

Y cuenta el periodista que “mientras se vestía de Bhem y Bhem, el popular curandero de El asombro de Damasco, contemplábamos, desde uno de los butacones de su cuarto, los cuadros y caricaturas que lo adornan, todos de artistas americanos”… Y prosigue el entrevistador: ¿Qué arte sobrenatural posee este hombre, que en cuanto sale a escena, animáronse las caras de los espectadores, y poco a poco fueron sonriendo, hasta estallar en la franca carcajada?

 


Casimiro en su casa de Madrid


            La entrevista terina yéndose el actor por la calle Barquillo, muy cerca del antiguo teatro Apolo y la Iglesia de San José, en la calle de Alcalá: “¡Vamos King; Hala, Perlita…! y con el foxterrier y la perrita maltesa, que parece un ovillo de lanas enredado se perdió Casimiro Ortas por esa calle famosa del Madrid antiguo.

 




            Antes de terminar, quiero agradecer públicamente al brocense Mariano Romo la cesión de estas páginas originales de la revista “Blanco y Negro” con la que descubrimos otras facetas de la vida personal y familiar de nuestro paisano el histórico artista de teatro Casimiro Ortas.

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