27 de septiembre de 2009
"Tierra de lobos, escuela de mastines", éste es el título del libro escrito por Jaime J. López Rabanal, editado por Gráficas Alse, en León en 2006 y que ya va por su tercera edición, y que me ha prestado mi paisano doble Vicente Lindo Martín, que regenta en Brozas el Bar el Brocense, en la Plaza Príncipe de Asturias.
Tras mi viaje a Guayaquil, he pasado por Trujillo- donde participé en los Coloquios Históricos, clausurándolos con mi ponencia “500 años del regreso de Nicolás de Ovando de América” y disfrutar el fin de semana en Brozas, pasando unas horas con mi madre en el sosiego de mi casa de la calle Palacio, con vistas al sur y a Portugal.
El domingo, tras la misa mayor y comprar los periódicos en C’a Sebastián, en la Plaza de Ovando, regreso y entro a tomar unos vinos en “El Brocense”, donde mi paisano, por partida doble, él como yo somos nacidos en Hinojal y criados desde niños en Brozas. Vicente me presta este singular libro, que habla un poco de nuestro pueblo.
En el libro hay una entrevista con el ganadero trashumante Baltasar Morán García, de 80 años, quien trashumaba desde que tenía 11.
- Una vez llegados a Extremadura, pregunta el autor del libro a Baltasar, ¿en qué poblaciones desembarcaban?
- Había dos desembarques en la provincia de Cáceres: Arroyo y La Perala. Una vez desembarcados, tomábamos el cordel hasta Parralejo, nombre de la dehesa situada en el término de Brozas.
Aquel mi primer año fue muy malo; escaseaba la comida y no había costumbre de dar pienso a los corderos, teniendo que echar dos madres a cada uno para sacarlos adelante. Así se pasó el invierno, llegando una primavera muy buena, con abundante hierba para ovejas y yeguas, comiendo todo lo que querían.
Cuenta este ganadero que había más lobos en Extremadura que en León y eran más dañinos en nuestra tierra. En su finca de “La Brava”, uno de sus mastines, al que le llamaban el Feo no solo espantaba a los lobos, sino que por su fiereza le mató un cerdo.
En el libro hay un interesante documento por el que Baltasar Morán García pagó al Ayuntamiento de Brozas 2.204 pesetas por los derechos de tránsito de ganado doméstico por vías municipales, con 890 ovejas, 62 cabras, 10 caballos y dos vacas. El recibo estaba el 30 de mayo de 1960 firmado por el señor Pedro Vecino, que vivía en la Plaza del mercado de abastos.
"Tierra de lobos, escuela de mastines", éste es el título del libro escrito por Jaime J. López Rabanal, editado por Gráficas Alse, en León en 2006 y que ya va por su tercera edición, y que me ha prestado mi paisano doble Vicente Lindo Martín, que regenta en Brozas el Bar el Brocense, en la Plaza Príncipe de Asturias.
Tras mi viaje a Guayaquil, he pasado por Trujillo- donde participé en los Coloquios Históricos, clausurándolos con mi ponencia “500 años del regreso de Nicolás de Ovando de América” y disfrutar el fin de semana en Brozas, pasando unas horas con mi madre en el sosiego de mi casa de la calle Palacio, con vistas al sur y a Portugal.
El domingo, tras la misa mayor y comprar los periódicos en C’a Sebastián, en la Plaza de Ovando, regreso y entro a tomar unos vinos en “El Brocense”, donde mi paisano, por partida doble, él como yo somos nacidos en Hinojal y criados desde niños en Brozas. Vicente me presta este singular libro, que habla un poco de nuestro pueblo.
En el libro hay una entrevista con el ganadero trashumante Baltasar Morán García, de 80 años, quien trashumaba desde que tenía 11.
- Una vez llegados a Extremadura, pregunta el autor del libro a Baltasar, ¿en qué poblaciones desembarcaban?
- Había dos desembarques en la provincia de Cáceres: Arroyo y La Perala. Una vez desembarcados, tomábamos el cordel hasta Parralejo, nombre de la dehesa situada en el término de Brozas.
Aquel mi primer año fue muy malo; escaseaba la comida y no había costumbre de dar pienso a los corderos, teniendo que echar dos madres a cada uno para sacarlos adelante. Así se pasó el invierno, llegando una primavera muy buena, con abundante hierba para ovejas y yeguas, comiendo todo lo que querían.
Cuenta este ganadero que había más lobos en Extremadura que en León y eran más dañinos en nuestra tierra. En su finca de “La Brava”, uno de sus mastines, al que le llamaban el Feo no solo espantaba a los lobos, sino que por su fiereza le mató un cerdo.
En el libro hay un interesante documento por el que Baltasar Morán García pagó al Ayuntamiento de Brozas 2.204 pesetas por los derechos de tránsito de ganado doméstico por vías municipales, con 890 ovejas, 62 cabras, 10 caballos y dos vacas. El recibo estaba el 30 de mayo de 1960 firmado por el señor Pedro Vecino, que vivía en la Plaza del mercado de abastos.
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