Hace unos días puse en mi blog “Cronista
de Las Brozas” unas exclusivas fotografías de la muerte y entierro de Casimiro
Ortas, que me fueron facilitadas hace años por la agencia EFE. En esta ocasión,
de la biblioteca dedicada al teatro de la Fundación mallorquina “Juan March”,
con sede en Madrid, escojo esta información más amplia de su muerte y despedida
de los actores de Barcelona
El semanario de espectáculos
“Barcelona teatral”, fundado en 1927 y dirigido por Fernando Navarro Navarro,
del jueves 13 de marzo de 1947, le dedica, en la página 3, un amplio espacio
con tres fotografías, muy borrosas, a la muerte de nuestro paisano Casimiro
Ortas. Y previamente un pequeño artículo elogiando su figura y que viene a
continuación de esta entrada:
Casimiro Ortas ha
muerto. Ha muerto como los buenos, al pie del cañón, en función de servicio. Casimiro
Ortas era un actor cómico excepcional, con una gracia típica e inconfundible.
Significaba, tal vez la figura cumbre de este teatro intrascendente, pero perfectamente
potable, que llenó casi por entero nuestra escena durante el primer tercio del
siglo.
Artista dotado de
una facultad de adaptación inagotable, cultivó dentro de lo cómico, los géneros
más dispares. Su trabajo apenas tenía complicaciones. El resorte de la risa, en
sus manos, estaba limpio de todo cerebralismo, era pura espontaneidad. De aquí
su triunfo rápido y directo ante masas compactas y heterogéneas de público.
Ha muerto a los
sesenta y siete años de edad. Han sido sesenta y siete años de teatro, puesto
que nació entre bastidores, hijo de actor. Y ha muerto, como quien dice, entre
bastidores, sin interrumpir apenas su trabajo. Un escenario le ha servido de
capilla ardiente. Buena, ejemplar muerte la suya, a1 pie del cañón de su oficio,
como un concienzudo artesano de otras épocas.
BARCELONA TEATRAL
se suma al duelo unánime de la escena española y dedica un fervoroso
recuerdo al gran actor cómico que empleó toda su vida en la generosa tarea de
hacer reír, cuando tanto tragediante siniestro emplea la suya en todo lo contrario.
¡Descanse en paz
Casimiro Ortas!
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