Acabo de estar en mi casa de Las Brozas para pasar las
Navidades y allí me encontré con un libro que compré hace años en una librería
de viejo por 30 euros (5.000 pesetas), cuando su precio real era de 75 pesetas
en el año de su publicación, en 1956, editado por el Depar
tamento de Cultura de
la Delegación Nacional de Educación. Se trata del libro de viaje titulado “Alta
Extremadura”.
En su introducción se dice que “Este libro ha nacido
como fruto de las jornadas Literarias por la Alta Extremadura, organizadas en
la primavera de 1955 por el Departamento de Cultura de la Delegación Nacional
de Educación. Sus capítulos han sido aportados libre y generosamente, por
algunos de los participantes en aquel viaje colectivo - más de medio centenar
de escritores de todas las regiones españolas. Y son el producto de su
experiencia personal, directa e intensamente vivido sobre la propia tierra
extremeña”.
Durante cinco días, del 18 al 22 de mayo de 1955, sesenta
escritores recorrieron la provincia de Cáceres, entre ellos Pedro de Lorenzo,
natural de Casas de Don Antonio, y que concedió su última entrevista a un
servidor y fue publicada en la revista “Aldehuela”; Ignacio Aldecoa, Antonio Díaz
Cañabate, Gaspar Gómez de la Serna; la periodista Pilar Narvión, que fue corresponsal
del periódico “Pueblo” en París y dio a conocer en el año 1973, en exclusiva, el
establecimiento de relaciones diplomáticas de la España de Franco con la China
de Mao Tse Tung, y a la que tuve el gusto de conocer en una clase práctica para
saber cómo trabajan los corresponsales extranjeros, y que fue organizada por mi
profesor de Redacción Periodística y compañero cronista oficial de Madrid, el
extremeño de Valverde de Fresno (Cáceres), de Enrique de Aguinaga. Otros fueron
el también extremeño, de Ruanes, y periodista Juan Fernández Figueroa, director
de “Pueblo” y de la revista “Índice” durante más de 30 años, o el también
periodista Jaime Campmany, o el escritor Francisco García Pavón.
De una manera resumida, las jornadas comenzaron en
Tornavacas siguieron por Cabezuela del Valle, a Plasencia, donde se visitó la
ciudad y el museo diocesano, así como la ermita de la Virgen del Puerto. La
segunda jornada, el jueves 19 de mayo, se hizo una excursión por La Vera,
Monasterio de Yuste, con homenaje literario a Carlos V¸ visita a la ciudad
romana de Caparra, Pantano de Gabriel y Galán y Guijo de Granadilla, donde está
la ermita del “Cristu Benditu”, homenaje al poeta salmantino y extremeño. Regreso
a Plasencia para pernoctar en el hotel Alfonso VIII. La tercera jornada se
dedicó a ir hacia Coria, con visita a la ciudad, al Pantano de Borbollón y a la
ciudad de Cáceres, para alojarse en el Hotel Extremadura; en la ciudad medieval
hubo un recital de canciones medievales de Eulalia Soldevila: El sábado 21 de
mayo se fue al castillo de las Hergijuelas, y excursión a Alcántara, pasando
por Arroyo de la Luz para ver el retablo del Divino Morales y llegada a las
17,00 horas a Brozas y visita a la ciudad, para terminar en Alcántara, visitando
el puente romano y el monasterio de San Benito. La última jornada, el domingo
22, tras oír misa en Cáceres se salió para Trujillo y se recorrió la ciudad
monumental y el monasterio de Guadalupe, con almuerzo en la hospedería del
mismo. Tras la comida se salió a Oropesa (Toledo) donde hubo una cena en su
parador de turismo (el tercero más antiguo de España, tras Gredos y Mérida) y
se llegó a Madrid a las 24 horas de ese domingo.
De la ruta a Alcántara, Arroyo y Brozas escribió el periodista
y médico Juan Ponce de León Ronquillo, director de la revista Estafeta
Literaria el artículo “Estampas del camino”, en el que habla de la que se hizo
por la provincia desde Plasencia Cáceres, los castillos de Herguijuelas y
también por Arroyo de la Luz y Brozas. De esta villa cuenta lo siguiente: “¿Qué
hay hoy de la España negra, predilecta y útil a
escritores y artistas del tizón?, ¿qué hay de la España desesperada y sangrientamente
enloquecida? Algo queda- Para mí, hoy es más importante esa otra España amarillenta,
confitera, bisuteril, burguesilla y pedantina, que se imagina ser culta, porque
ha dejado de ser analfabeta y que, como se imagina ser culta, todo está en el
pasado y no sospecha que un mundo nace ahora, lleno de gracia y originalidad,
de intrepidez y de saludable insolencia”.
Esa España me la encontré un poco más adelante, en Brozas. Cuando el pueblo recibió a los escritores con todo su entusiasmo y deseando corresponder, dije al que se emparejó conmigo:
- De aquí era Francisco Sánchez El Brocense, ¿no?
- Sí señor. ¡Y aquí nació don Casimiro Ortas!
En el salón principal del
Ayuntamiento, a un lado del retrato del Jefe del Estado (Francisco Franco) está
un retrato antiguo del Brocense; buscando hacer juego, al otro lado está el de
Casimiro Ortas, Una lápida “perpetúa” la fecha en la que Casimiro Ortas fue declarado,
por unanimidad, hijo predilecto del pueblo; fue en 1932.
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