Y continuamos repasando el libro de "Colón. el converso que cambió el mudo", de Esteban Mira Caballos, con
una segunda crónica en la que se relatan las relaciones de Cristóbal Colón con
el gobernador el brocense Nicolás de Ovando.
En su cuarta expedición, Colón y sus
acompañantes pasaron verdaderas penalidades. Hacia la mitad de 1503 envió,
desde Jamaica, dos canoas a pedir auxilio a la Española. Partieron de la playa
de Santa Gloria. A pesar de todo, llegaron al cabo de San Miguel, al suroeste
del hoy Haití, navegaron costeando hasta el río Ozama, donde estaba Santo
Domingo, la capital donde se hallaba el gobernador Ovando, pero éste estaba guerreando
contra los naturales. Mira Caballos lo describe así: El primer contratiempo
se lo encontraron nada más desembarcar, pues el gobernador se encontraba en el
cacicazgo de Xaragua, combatiendo una insurrección. Se encaminaron hacia allí y
según Diego Méndez de Segura (el fiel criado de Colón que llegó en una de las
canoas), el extremeño en vez de ayudarlos los retuvo durante los siete meses
que duró la contienda.
Relatando el autor del libro la
personalidad de Colón, saca de una carta de éste a Nicolás de Ovando, fechada
en Jamaica en marzo de 1504, donde se refleja su temperamento: Cristóbal lo hizo en tono muy amable,
solicitando ayuda. Pese a no ser, le confesó, una persona lisonjera, sino que
más bien todos lo tenían por áspero.
El 29 de junio de 1504 abandonaron aquella
cárcel que era la actual isla de Jamaica zarpando para el puerto de Santo
Domingo. Sólo llegaron 110 supervivientes de los 150 que comenzaron la
expedición, alcanzando la isla Beata. Esta pequeña isla, de 41 kilómetros
cuadrados, está al suroeste de la República Dominicana, enfrente del Parque
Nacional de Jaragua. El 13 de agosto alcanzaron por fin la ciudad de Santo
Domingo… “Esta vez sí, el gobernador salió a recibir al almirante con la
gente principal, como si no hubiera pasado nada, e incluso lo hospedó en su
propia morada. Pero se trataba de una mera apariencia, pues no le reconoció su
rango… Colón lo aceptó con frustración y resignación, ya que no podía hacer
otra cosa”.
En uno de sus apartados, Mira Caballos
trata de las mujeres en la empresa colombina, afirmando que entre 1493 y 1500
llegaron varias decenas. Otras tantas debieron llegar en la expedición de
Francisco de Bobadilla acompañando a sus respectivos esposos. Y al menos dos
más se embarcaron en la cuarta expedición de Colón. El primer gran grupo
debió de llegar en la flota de Nicolás de Ovando de 1502, la mayoría
acompañando a sus maridos, porque se otorgó pasaje franco a aquellos casados
que viajasen con su mujer e hijos”.
En el capítulo de La Factoría, Esteban Mira
escribe que la empresa colombina nunca ofreció saldos positivos, pues solo en
salarios se gastaba mucho más de lo que se producía. Los beneficios
comenzarían ya en la primera década del siglo XVI, una vez finalizado el
virreinato, durante el gobierno de Nicolás de Ovando.
En 1498 se fundó en la ribera oriental del río Ozama la ciudad de Santo Domingo, según algunos por ser ese día de la semana cuando se dio la orden para crearla. Al igual que La Isabela, al norte de la isla, la recién creada ciudad no era más que un villorrio con unos bohíos de paja (palabra que se trasladó a la villa de Las Brozas con el nombre de bujío). Bien es cierto que, desde la llegada de Nicolás de Ovando en 1502, no tardaría en convertirse en la gran capital primada de la isla.