Estoy leyendo estos días la edición
16 del libro “Imperiofobia y leyenda negra”, de María Elvira Roca Barea, de
gran éxito, pues la primera edición fue en octubre de 16 y la edición
decimocuarta en noviembre de 2017.
Hay un interesante estudio sobre los
imperios (Roma, Rusia, Estados Unidos y el Imperio español) y la leyenda negra,
que no hace falta decir que para todo el mundo es la Leyenda Negra Española,
surgido este término surgido de Julián Juderías, un intelectual madrileño que
hablaba 16 lenguas, y fue cónsul español en Odessa, en 1903.
Cuando estaba leyendo sobre lo que es y supone un
imperio, recibo un aviso de mi amigo el prestigioso historiador Esteban Mira
Caballo, de que en un periódico dominicano publicaba el pasado día 18 un artículo
que titulaba: “Es hora de poner a
Nicolás de Ovando en su lugar... Sus estatuas solo caben en un museo del
horror”. Leí el artículo cuyo autor es Vianco
Martínez e inmediatamente le contesté con esto que publiqué en los comentarios
del artículo y también en mi página de Facebook: "Soy Francisco
Rivero, cronista oficial de la villa de Las Brozas, lugar natal de don Nicolás
de Ovando.
NO se arregla el mundo tirando
estatuas ni deformando la historia. España ha tenido numerosas invasiones a lo
largo de su rica y dilatada historia. Y los que venían no llegaban con flores
para las damas ni regalos para los señores.
Venían a sangre y fuego y esto ha
hecho que España sea un pueblo rico en cultura, costumbres, gastronomía y hoy
una de las naciones líderes en turismo cultural, que crea riqueza.
Por nuestra sangre circula sangre
romana, goda y árabe y nunca nos quejamos de esto. La historia engrandece a un
pueblo noble, nunca empobrece.
Quiero poner aquí lo que cuenta
Toribio Esquivel Obregón. Abogado, político y periodista mexicano (1864 –
1946): “La causa de que España no haya
tenido éxito en sus trabajos de colonización de América fue su generosidad”.
En otro comentario, con más ironía,
un servidor argumentaba que “El artículo lo ha escrito un tal Vianco Martínez,
con un apellido de la tribu taína, la que se encontraron en la isla de la
Hispaniola (Hoy República Dominicana y Haití) Cristóbal Colón y su sucesor
Nicolás de Ovando.
Y sigo con el prestigioso libro de
Elvira Roca, del que copio dos párrafos sobre la labor de Ovando en el Nuevo
Mundo: En 1502 nace la “organización
urbana ovandina”, que trae su nombre de frey Nicolás de Ovando, gobernador de la
Española (entresacado del libro del historiador que trabaja en Extremadura,
Mira Caballos “Frey Nicolás de Ovando y los orígenes del sistema colonial
española”). El modelo ovandino se basa en
el poblamiento de nuevos territorios, promoción del desarrollo urbano,
estimulación del mestizaje, elección local de alcaldes y corregidores y
mejoramiento de la vida por méritos. Hernán Cortés siguió el modelo ovandino en
Tenochtitlán”. Al fin y al cabo, Cortés fue un alcalde de Azúa de
Compostela, una ciudad de la Hispaniola y tuvo como modelo al gobernador Ovando.
Un poco más adelante, Elvira Roca
escribe sobre el bienestar público en esta zona, concretamente sobre los
hospitales. El primer hospital en América
lo abre Nicolás de Ovando, siguiendo instrucciones de los Reyes Católicos.,
cuando le indican: “Haga en las poblaciones donde vea que fuere necesario
casa para hospitales en que se acojan y curen así de los cristianos como de los
indios”. Desde su creación cuenta con dos
profesionales titulados. Es una construcción muy superior a cualquier otra
levantada en este tiempo en América, ya sea iglesia, cabildo o casa del
gobernador. Todavía hoy pueden contemplarse las nervaduras góticas de sus
impresionantes bóvedas. Prestó servicio durante tres siglos. Después Ovando
mandó construir el Hospital de Buena Ventura y el Hospital de la Concepción y
finalmente el Hospital de San Andrés, también en Santo Domingo. Esto sucedió en
el espacio de quine años”, termina Elvira Roca.
Con esto se resume la gran labor de
Ovando en la Hispaniola, a pesar de sus detractores por mucho apellido Martínez
que lleven. Visité hace años Santo Domingo y me puse a contemplar las ruinas
del Hospital de San Nicolás (de Bari). Hay un libro titulado “Los hospitales de la ciudad colonial de
Santo Domingo” escrito por el jesuita José Luis Sáez y publicado en Santo
Domingo en 1996 por la Organización Panamericana de la Salud, donde se cita
hasta en 27 ocasiones a Ovando.
Solo con estos breves apuntes, se puede
dibujar la gran labor que hizo el gobernador Nicolás de Ovando por el desarrollo
de la isla: Refundó la ciudad de Santo Domingo, así como numerosas ciudades en
la isla; levantó la fortaleza Ozama, la única fortaleza medieval en América y
creó riqueza e impuso el nuevo orden mundial. Ahora unos iletrados quieren
tirar su estatua en la Plaza de España o de la Hispanidad en la ciudad
colonial, declarada Patrimonio de la Humanidad en 1990. No hay más comentarios.
Mis felicitaciones, querido Paco, por la defensa que has hecho de nuestro paisano y egregio personaje histórico, Nicolás de Ovando. Creo que tus palabras son sensatas, y dicen grandes verdades.
ResponderEliminarPor otro lado, hay una realidad clara y constatable, y es el resentimiento que existe en gran parte de la América hispana, hacia España, y, ante todo, hacia el periodo en que España colonizó y gobernó aquel continente. Habría que realizar, no solo estudios históricos y arqueológicos, sino también sociológicos.
Recordar, igualmente, que la República Dominicana y todo el resto de naciones que, en su momento, pertenecieron al Imperio español, son hoy naciones libres y soberanas, y merecen nuestro respeto a cualquiera de sus decisiones y determinaciones, aunque no las compartamos.
Creo que el respeto y la humildad, en nuestras relaciones con hispanoamérica, nos pueden ser más favorables siempre, que la soberbia y los desaires, por muy fundamentados que nosotros consideremos que están.