La revista DM, dirigida por Francesc
Gómez, la portada al castillo de Brozas, y en su interior seis páginas a
Nicolás de Ovando el gobernador de Indias nombrado por los Reyes Católicos y
sustituto el descubridor Cristóbal Colón.
El texto original va a continuación,
con una fotografía del cuadro que está situado a la entrada del salón de
sesiones del Ayuntamiento y que pintó el brocense Germán Díaz, que realizó un cuadro
mucho más acorde con la vestimenta del silo XVI y no el que existe en el Hostal
de gran lujo “Nicolás de Ovando” que tuve el gusto de conocer en mi visita a Santo
Domingo, pues el cuadro del hotel se considera que es una vestimenta posterior.
En este blog va el texto original y
fotos de las páginas de la revista.
Nicolás de Ovando,
primer gobernador de
las Indias
Francisco Rivero
Cronista
Oficial de Las Brozas (Cáceres)
Hay
personajes en la historia universal que se han perdido en la memoria de la
sociedad actual. Uno de ellos es el Nicolás de Ovando (1451- 1509) nombrado por
los Reyes Católicos primer gobernador en las Indias Occidentales en sustitución
del descubridor Cristóbal Colón. Para un hombre del siglo XXI cabe preguntarse
quién fue este tal Nicolás de Ovando, un extremeño nacido, de manera casual, en
la villa cacereña de Las Brozas, y que gracias a él los extremeños fueron los
españoles que se trasladaron al Nuevo Mundo para descubrirlo, colonizarlo y
ponerlo al servicio de la Corona de Española, formando un nuevo imperio en
Occidente y trasladando los valores de nuestra civilización, nuestro idioma y
nuestra religión a una parte desconocida de la Tierra.
Cuenta
este personaje con grandes cualidades, tanto que fue uno de los hombres principales
de la Orden Militar de Alcántara, llegando a alcanzar el rango de Comendador
Mayor, cuando ya ejercía como gobernador de la isla de la Hispaniola (hoy
República Dominicana y Haití), y cuya residencia oficial estaba en su villa
natal. Antes había sido comendador de Lares, encomienda que se encontraba en lo
que es hoy Esparragosa de Lares, en la provincia de Badajoz.
Su
padre era Diego de Ovando de Cáceres, adalid de Isabel de Trastámara, en lucha
contra su sobrina Juana la Beltraneja. Esto le valió que su casa – palacio, lo
que hoy es el Gobierno Militar en la ciudad antigua de Cáceres, junto a la
iglesia de San Mateo, no se le desmochara su torre, llamada la Torre de las
Cigüeñas, y es la única atalaya que no fue derribada como lo mandaron los Reyes
Católicos contra los belicosos señores feudales de la ciudad cacereña que se levantaron
en armas en contra de Isabel la Católica. A Diego Ovando estuvo al servicio del
Rey Juan II de Aragón, llamado también Juan el Grande, padre de Fernando el
Católico, fue quien le añadió el apellido de Cáceres, que ya usó toda la vida.
La
madre de Nicolás de Ovando fue Isabel Flores, natural de Las Brozas, dama de
Isabel la Católica. Se considera, aunque no hay documentos que lo acrediten,
que fue a dar a luz en 1451 a su hijo a casa de sus padres, que residían en el
Palacio que hasta 1927 fueron transformado en las Escuelas Nuevas y donde
muchos de la villa de Las Brozas estudiamos en las Escuelas Nacionales, hoy
reconvertido en centro cultural y en cuyo patio este cronista oficial de la
villa mandó poner una placa para recordar a todos que fue el lugar de nacimiento
de este hijo ilustre, en la misma pared donde se conserva una ventana gótica
que da a la entrada, pero su enorme y elegante portada es obra de la primera
mitad del XVII, obra realizada por Pedro Alfonso de Flores y Montenegro, primer
vizconde de Peñaparda de Flores, caballero de la Orden de Alcántara. El
edificio donde nació Nicolás de Ovando puede ser visitado, ya que se encuentra
junto al nuevo centro médico de la localidad.
El hijo
de ambos se dedicó a la milicia y a la religión, pues entró como freyre en la
Orden Militar de Alcántara tenían encomendadas esas dos misiones en la vida,
llegando a alcanzar el tercer grado en la Orden, el de Comendador Mayor, tras
el de Maestre y Prior. Ya en 1478, a los 27 años era el máximo responsable de
la Encomienda de Lares, situada en Esparragosa, que junto a la de Las Brozas
fue la más importante de todas. Fue tal su recuerdo en esta encomienda que dio
nombre a una villa que mandó levantar en la isla de la Española, el comendador
mayor, Nicolás de Ovando, y a la que denominó Lares de Guahabá, hoy la ciudad
haitiana de Hincha.
Preceptor del primer Príncipe de
Asturias
A lo largo de su vida tuvo numerosos cargos, entre ellos
ser uno los diez preceptores del Príncipe don Juan, hijo de los Reyes
Católicos, heredero de la Corona, y primer Príncipe de Asturias. Fueron
elegidos “gentiles hombres,
experimentados y virtuosos y de buena sangre”, todos de gran talla
intelectual. El Príncipe murió muy joven en Salamanca, en 1497, por lo que
volvió a tareas de la Orden como visitador por su rectitud, bonhomía y ausencia
de avaricia. La tarea que tenía era la de inspeccionar las casas y castillos,
así como los bienes muebles, además de supervisar las costumbres de los freyres
caballeros para que estos pudieran cumplir perfectamente su función religiosa. A
nuestro biografiado se le encargó su primera visita en el capítulo de las
órdenes militares celebrado en Burgos en junio de 1495 en hizo su primera de inspección
como visitador, acompañado de frey Juan Méndez, durante los años 1496 y 97.
Según el cronista de la Orden de Alcántara, frey Alonso de Torres y Tapia, la
visita comenzó por la villa de Las Brozas, Encomienda Mayor, el 19 de octubre
de 1496. La segunda visita se le encargó en el capítulo de Alcalá de Henares en
1497 para el bienio 98-99. También fue nombrado gobernador de Alcántara de 1499
a 1501, reconstruyendo la villa que había quedado arruinada tras la Guerra de
Sucesión castellana (1475 – 1479) entre los partidarios de Juana la Beltraneja,
hija del rey Enrique IV, el Impotente, y de la hermanastra de éste, Isabel de
Castilla, casada con Fernando de Aragón.
Primer
gobernador en las Indias Occidentales
Estos
grandes encargos hicieron que los Reyes Católicos pensaran en él para nombrarle
su delegado y primer gobernador en las Indias Occidentales, que por entonces
estaba asentada en la Isla de la Hispaniola, donde estuvo de 1502 a 1509,
siendo sustituido por Diego Colón, hijo del descubridor de América. La fecha de salida de la expedición fue el 13 de
febrero de 1502, llegando al nuevo mundo el 15 de abril del mismo año. Hasta
allí llegaron más de 2.500 hombres, en 32 barcos, con aperos y semillas.
Fue
aquí, en el Nuevo Mundo, donde Nicolás de Ovando entró en la historia
universal, bien es verdad que con menos relumbre que otros ilustres extremeños,
como Francisco Pizarro, conquistador del imperio inca, o Hernán Cortés, del
imperio azteca, que al principio de todo estaban bajo sus órdenes, sin olvidarnos
de Orellana o de Núñez de Balboa.
Como
Colón era muy buen navegante, pero poco dirigente de hombres, los españoles se
le sublevaron y había un malestar en la isla de la Española, donde llegó
Francisco de Bobadilla, quien tampoco pudo apaciguar los nuevos territorios de
las riñas que tenían entre sí los españoles. Los Reyes Católicos, que conocían
la buena labor de Ovando en la administración de la Orden Militar de Alcántara,
como dirigente de hombres y buen creyente, le confiaron la gobernanza de la
isla de la Española. De ello da cuenta el memorial de Ulloa y Golfín cuando
dice que la reina Isabel la Católica encargó a Ovando el cuidado del culto y
reverencia de Dios, de la buena fe, el buen tratamiento de los indios y otras
cosas.
Por
su parte, fray Bartolomé de las Casas dijo de él en “Historia de las Indias”
que: Era mediano de cuerpo, y la barba
muy rubia o bermeja; tenía y mostraba grande autoridad, amigo de justicia; era
honestísimo en su persona en obras y palabras, de codicia y avaricia muy grande
enemigo, y no pareció faltarle humildad, que es esmalte de las virtudes, y,
dejado que lo mostraba en todos sus actos exteriores, en el regimiento de su
casa, con su comer y vestir, hablas familiares y públicas, guardando siempre su
gravedad y autoridad, mostrólo, asimismo, en que después que le trajeron la
Encomienda Mayor, nunca jamás consintió que le dijere algunos señoría… Este
caballero era varón prudentísimo y digno de gobernar mucha gente, pero no
indios…”
La reina
Isabel la Católica tenía muy clara esa finalidad primera y primordial; por eso
le había encargado a Nicolás de Ovando de que «todos los indios vecinos y
moradores de estas islas fuesen libres y no sujetos a servidumbre y que no
fuesen molestados de algunos, sino que viviesen como vasallos libres,
gobernados y conservados en justicia, como lo eran los vasallos del Reino de
Castilla», además de que «diese orden cómo en nuestra santa fe católica fueran instruidos».
Básicamente,
Ovando llegó con estas instrucciones reales. Primero pacificar la isla del
levantamiento entre los propios españoles; después pacificarla contra los
indios que se levantaban en sus cacicazgos o reinos y posteriormente repoblarla
con la creación de nuevas ciudades, para crear riqueza para los soberanos,
comenzando así el Imperio español, aquel donde nunca se ponía el sol, haciendo
de España una nación poderosa en el orbe. En tiempos de su nieto, Carlos V,
sólo había tres grandes potencias mundiales: España, Turquía y China.
El
ejercicio de su función como representante de los monarcas hispanos en América
fue de siete años, ya que comenzó a ejercer en 1502 y concluyó en 1509. Durante
esa temporada realizó una labor inmensa y muy agradecida por los soberanos.
Para concretarla en hechos: Durante su mandato se fundaron las siguientes
ciudades: Santo Domingo, Puerto Plata, San Juan de la Maguana, Azúa de
Compostela, Cotuy, Salvaleón de Higüey, Concepción de la Vega, Villa Jaragua,
Santa Cruz de Barahona, Jáquimo, Lares de Guahabá, Santa María de la Vera Paz
(hoy Puerto Príncipe, la capital de Haití), Salvasierra y Puerto Real. Las más conocidas
por los turistas españoles que ahora van de vacaciones a la República
Dominicana: son Puerto Plata y Santo Domingo.
Trasladó
la ciudad de Santo Domingo desde la orilla derecha del río Ozama a la
izquierda, donde mandó diseñar un urbanismo, que es Patrimonio de la Humanidad
según la UNESCO y que aún se conserva. También mandó construir una fortaleza,
declarada monumento nacional. Es el único castillo medieval en el Nuevo
Continente. Asimismo, se guarda con esmero el que fuera su palacio, convertido
en hostal, algo así como un parador de turismo español, pero gerenciado, durante
años, por una empresa francesa, en lugar de una española. Cuando este cronista
lo visitó en su vestíbulo había una imagen que según la dirección del centro
era de Nicolás de Ovando y que hasta entonces era la que se publicaba como tal.
Era un retrato con un señor que llevaba gorga, prenda que no se usaba en los
primeros años del siglo XVI, por lo que hacía 1992 sugerí al pintor de Brozas,
Germán Díaz que realizara un retrato de nuestro hijo ilustre. Le ayudé con una
foto de un dios taíno, los indios que poblaban la Española, y que saqué del
pabellón de República Dominicana en la Expo 92, además de la ventana gótica que
está en el palacio de Ovando, que saqué durante mi estancia en el hotel, o un
paisaje marítimo caribeño, que es de la bahía cubana de Baracoa, donde llego
Cristóbal Colón y para las facciones, Germán usó el retrato literario que Bartolomé
de las Casas dio de Ovando. Este es hoy el cuadro que hoy se considera como el
que más se adapta a la figura del primer gobernador español en América.
Otra
buena labor de Nicolás de Ovando fue poner paz entre los españoles, unos
partidarios de Cristóbal Colón y otros de su sucesor, el comendador de la Orden
Militar de Calatrava, Francisco de Bobadilla, pues un funcionario medio
Francisco Roldán, que había viajado con Colón en su segundo viaje como
proveedor de la armada y llegó a ser alcalde mayor de la primera ciudad en el
Nuevo Mundo, la Isabela, se insubordinó contra el gobierno del adelantado
Bartolomé Colón en ausencia del titular el almirante Cristóbal Colón. Para atraerse
a Roldán y sus numerosos seguidores, el comendador Ovando les permitió en 1502
ir al oeste de la isla de Santo Domingo y fundar una villa en las cercanías del
Golfo de Gonave. Esa villa fue bautizada con el nombre de Santa María de la
Verapaz; actualmente es Puerto príncipe, capital de Haití.
Retorno a España
Tras
dejar la gobernaduría de la Española, Ovando regresó a España y se cree que se
“enclaustró” en Brozas, concretamente en el castillo encomienda mayor. El ya
viudo rey Fernando le mandó llamar para participar, como comendador en el
Capítulo General de la Orden Militar de Alcántara que se iba a celebrar en
Sevilla por el día de la Pascua del Espíritu Santo del año 1510, que se no se
pudo hacer porque se habían convocado las Cortes de Aragón y tenía que acudir
el monarca. El rey y el Cardenal Cisneros querían que las Órdenes Militares
realizaran una campaña contra los moros del norte de África y así entretenía a
los nobles fuera del Reino. Esto se habló y así ya estaba planificado el
reparto del terreno; La orden de Calatrava estaría en Trípoli (Libia); la de
Santiago en Orán (Argelia) y la de Alcántara en Bujía, ambas en Argelia. El
soberano volvió realizar una orden para los primeros días de mayo de 1511, cuyo
presidente del capítulo sería el propio Ovando, capítulo que no pudo terminar,
pues moría en Sevilla el 29 de mismo mes y año.
Entierro oficial en 1991 y exclusiva
mundial
Ovando dijo que se le enterrara en
la capilla que había mandado construir en el Conventual de San Benito de
Alcántara. También se había pedido trasladar sus restos a Las Brozas, su
localidad natal, distante tan sólo unos 15 kilómetros al este de la población
alcantarina, incluso a Cáceres, para enterrarlos en la iglesia de San Mateo, en
la ciudad antigua, donde están otros familiares suyos. Al final en 1947 una
comisión encabezada por Miguel Muñoz de San Pedro, el Conde de Canilleros,
académico correspondiente de la Historia, pero, acompañado del bibliógrafo
Antonio Rodríguez – Moñino y del cronista oficial de Cáceres, Miguel Ángel Ortí
y Belmonte, quienes localizaron sus restos en San Benito. Los metieron en una
caja y lo trasladaron a la iglesia de Santa María de Almocovar. Abonaron un
dinero al párroco para que hiciera un arca de madera y allí se quedaron hasta
1991.
El conde de Canilleros estudió sus
restos y en 1948 publicó en Sevilla un trabajo titulado “Descubrimiento de los restos de frey Nicolás de Ovando, primer
gobernador de las Indias”. En 1991 un alcantarino, buen amigo, Antonio María
Cisneros y de la Linde –Torres, junto a la jefa provincial de Turismo de Cáceres,
también amiga, María Dolores Maestre, escritora de una amplia y documentada biografía
“Frey don Nicolás de Ovando, primer gobernador
de las Indias y Tierra Firme de la Mar Océana: La Española”, trabajaron
para que sus restos de manera oficial y muy protocolariamente se trasladaran
desde el templo parroquial hasta su tumba en San Benito. Acudieron al acto dos
descendientes de Nicolás se Ovando, el académico de la Real de Extremadura,
José Miguel Mayoralgo y Lodo, conde de los Acebedos, y Gonzalo Márquez de la
Plata y Carvajal, marqués de Camarena la Vieja y la Real, acompañados por ilustres
personalidades y representantes de las cuatro órdenes militares. El histórico
hecho fue recogido por el notario Francisco Javier López Cano, que redacto un
acta notarial y también por la prensa regional.
Lo mismo que estuvieron perdidos sus
restos, también estuvo perdido su testamento, hasta que lo encontraron los dos
hermanos investigadores Dionisio y Serafín Martín Nieto, quienes ganaron con su
libro “Las disposiciones testamentarias
de frey Nicolás de Ovando, comendador mayor de la Orden de Alcántara y
gobernador de las Indias” el primer premio de investigación Pedro Cieza de
León, publicado el año pasado, dando con ello una exclusiva mundial. Ambos
investigadores cuentan que: “el documento
se ha localizado entre los papeles pertenecientes al sacro convento de
Alcántara que fueron enviados a Madrid en 1850, custodiados en el convento de
la Comendadoras de Santiago hasta que en 1896 se incorporaron al Archivo
Histórico Nacional. En esos legajos se encuentra una conocida carpeta en el
legajo 1.515 sobre la disposición de frey Nicolás de Ovando…”
--0--
Durante estos años, cercano al V
Centenario del descubrimiento de América, un servidor como cronista oficial de
la villa cacereña de Las Brozas, realizó diversas actividades para dar a conocer,
aún más su figura: Estudio del personaje en las escuelas de Brozas, crear unas
jornadas históricas en la que participaron historiadores especializados en América,
presentar diversas ponencias den los Coloquios Históricos de Extremadura en
Trujillo; colocar una placa en el palacio donde nació, e intentar el
hermanamiento de la villa de Las Brozas con Santo Domingo, tras hablar
personalmente en un vuelo de Miami a Managua con el ex presidente de la
República Dominicana Lionel Fernández.…Por último, hay una propuesta de este cronista
de levantar un museo monográfico a su figura en el palacio de los Flores de la
villa de Las Brozas, lugar de su nacimiento.
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