Cuando escribo estas líneas aun es el día del Domund, el
día en el que la iglesia católica se la dedica a los misioneros que difunden el
mensaje de Cristo por todo el mundo y ayuda a los más pobres del mundo.
¡Magnífica labor que desarrollan en silencio y con humildad!
Al margen de pensamiento religioso, algo importante en
nuestras vidas, hemos de apoyarles en lo que uno pueda. Esa es mi recomendación
personal.
Quiero recordar aquí que cuando tenía 15 años, allá en mi
querido pueblo de Las Brozas, los jóvenes ayudamos al párroco de los Mártires,
a don Constantino Calvo Delgado, a hacer una función en el cine de Cachucha, oficialmente
el Cine López de la localidad. Hubo quien cantó, bailó, interpretó, recitó o
tocó. Se sacó un dinerito y se entregó al Domund.
Con ser esto importante, no fue lo más importante para mí
como persona, sino que al día siguiente redacté una nota en mi máquina de
escribir que mis padres me compraron para que supiera a escribir en ese
artefacto y a lo largo de los años nunca aprendí. He escrito miles de folios,
cientos de artículos, varios libros, solo con dos dedos, os dos dedos corazón. Pues bien, con dos dedos escribí una nota periodística
a la delegación en Cáceres del periódico regional “Hoy”, donde en el verano de 1974,
hice mis segundas prácticas de periodismo, bajo la dirección del murciano
Antonio González Conejero, me ayudó mucho, como lo hizo mi maestro local, el
subdirector Francisco Rodríguez Arias, tío del que fuera presidente del Hogar Extremeño
de Madrid, mi bien amigo Enrique Rodríguez Abacens. Me acompañó en aquellas
prácticas un gran periodista que hizo carrera en Madrid llegando a alcanzar la
dirección del periódico “El Independiente” y posteriormente director general de
Telemadrid, mi amigo y compañero Manuel Soriano Navarro, que escribió la biografía
del Jefe de la Casa de Su Majestad el general, Sabino Fernández Campo que tanto
ayudó a deshacer el golpe de estado del 23-F.
Y yo contaba esto porque hice llegar una cuartilla con mi
crónica del Domund de lo que habíamos hecho los jóvenes de Brozas por “los
negritos”, pues entonces había unas huchas con caras de niños negros y chinos,
donde metíamos una peseta, o algo así, cuando no eran una moneda con un agujero
en el centro que eran 25 céntimos de peseta.
La cuartilla con mi nota de prensa, quiero recordar que se la envié a
otro maestro mío el famoso periodista Narciso Puig Mejías, con el que había hablado
unos días antes en la sede del “Hoy” en la calle Gómez Becerra y le había dicho
señor Puch; en vez de Puig. El o se enfadó y me recalcó que en Cáceres era
Puijjjj y no Puisssss Mejìas, a pesar de su apellido catalán, pues su abuelo
paterno, de igual nombre, había venido a Cáceres a dirigir en 1867 las obras de
la sede del Ayuntamiento. Puig Mejías tiene hoy una calle en Cáceres.
Fue Narciso Puig quien, a los pocos días, me publicó la
nota con mi firma en mayúsculas, FRANCISCO RIVERO. Compré el periódico, guardé
el recorte en mi cartera y cuando tenía cualquier oportunidad lo sacaba para
mostrarla con orgullo. Con el tiempo perdí ese recorte del periódico con mi
nota. Quiero buscarla y ponerla en un cuadro. La he intentado buscar en la
hemeroteca del periódico, ya que se publicó en noviembre de 1968, y no la
encontré. Prometo seguir buscándola. Y así hasta el día de hoy en el que van…y
tantotantos miles de artículos, reportajes, entrevistas, columnas, etcétera en
este interesante mundo del periodismo, junto con el del turismo, en el que he desarrollado
mi vida.
No hay comentarios:
Publicar un comentario