He adquirido recientemente en Madrid un libro, publicado
en 1951, titulado “Guía de Cáceres y su provincia”, por Julio Rosa Roque, en
cuyo prólogo se “fija en sus páginas
–como una fotografía- cada rincón de esta Alta Extremadura cien veces gloriosa
por su historia”, por lo que los datos a los que aquí se hace referencia
son de 1950.
La guía, de 565 páginas más 42 de anuncios, hace una
radiografía de lo que era nuestra provincia y nuestros pueblos al principio de
los años 50. Se da cuenta de los aspectos civil, administrativo, judicial,
industrial, comercial, agrícola, religioso, artesano, relaciona los principales
monumentos de la capital y de cada uno de los pueblos de la provincia, con su
extensión, población, producciones, comunicaciones, hoteles, fondas, pensiones,
ferias y fiestas.
En esta guía se cuenta, pues, cómo era Brozas hace ya 67
años. Y copio textualmente:”Brozas tiene
unos 6.600 habitantes aproximadamente (1.969 en el año 2014, según el Instituto
Nacional de Estadística). Está situado en la margen izquierda del kilómetro 34
de la carretera Malpartida de Cáceres – Portugal por Alcántara. Pertenece al
Partido de Alcántara, del que dista 15 kilómetros y 47 de la capital de la
provincia”. El año 2016 lo cerró con 1.927 habitantes
Su Ayuntamiento correspondía estar integrado en el año
1950 por 9 concejales. Tenía un Juzgado de Paz, dependiendo del Comarcal y del
de Primera Instancia e Instrucción de Alcántara. En el aspecto militar
pertenecía a la Caja de Reclutas número 13 de Cáceres. Tenía un puesto de la
Guardia Civil Rural, dependiendo de la línea de Arroyo de la Luz. Era cabecera
de compañía de la Guardia Civil de Fronteras.
Por entonces, sólo poseía una sucursal del Banco Popular
Español. En el campo de la enseñanza disponía de cuatro Escuelas Nacionales de
niños y cuatro de niñas. En cada uno de los colegios de monjas también había
dos colegios. En cuanto a la sanidad, tenía tres médicos titulares y uno libre, tres
practicantes titulares y dos libres, una comadrona, dos veterinarios y dos
farmacias.
En cuanto a la industria y comercio, el pueblo contaba
con una fábrica de electricidad, otra de harinas, siete molinos maquileros, dos
panaderías, dos almazaras, cuatro fábricas de gaseosas, cinco fraguas, cinco
carpinterías, cinco talleres de construcción de carros, tres hornos de tejas y
ladrillos, tres barberías, cinco comercios de tejidos, once de ultramarinos y
tres expendedurías de tabacos.
La hotelería estaba representada por una fonda de Antonio
Sánchez Amado, sita en la Avenida de Gabriel y Galán y otra de Eduardo Rosado
Valenciano, en La Corredera. Había una posada de Laureano Barriga de la Varga
en la Plaza de Ovando, y otra de Marcelino Caneno, situada en la carretera y a
la que en el pueblo la llamaban el parador.
Había un casino denominado “La Concordia”, en la calle de
El Brocense; un centro recreativo llamado “La Peña” y otro “El Túnel, ambos en
la calle Generalísimo Franco. Además Brozas contaba en 1950 con seis tabernas.
Por otra parte, la villa tenía un cine denominado
“Casimiro Ortas”, que estaba en la calle Padre Amado, y un salón de baile en la
calle Santa María, propiedad de Hilario Moreno. Las sociedades de La Concordia
y La Peña solían habilitar sus salones los días de fiesta para bailes.
Brozas celebraba feria de ganados los días 20, 21 y 22 de
abril y 18, 19 y 20 de septiembre. También tenía mercados los días 15 y último
de cada mes. La fiesta principal es la de San Antón, el 17 de enero y el 2 de
febrero hace 67 años se celebraban Las Candelas. Asimismo, destacan los
festejos taurinos que se celebran los días 8, 9 y 10 de septiembre.
Edificios principales de Brozas
La guía de Cáceres y su provincia
reseñaba como edificios principales de Brozas “el Templo Parroquial de Santa María,
el casino de “La Concordia”, la casa propiedad de los señores don Pedro y D.
Santiago Domínguez y familiares, en cuya casa - palacio que reemplazó al castillo
destruido en 1431, por el Infante D. Pedro de Aragón, estuvo aposentado en
1796, con motivo de la guerra de sucesión, el general portugués Marqués de las
Minas; otra de D. Martín Vivas Chaparro, sita en la calle Gabriel y Galán; otra
de D. Manuel Salvado Muro, Conde de Sorróndegui, sita en la Plaza de Ovando;
otra de D. Fernando Burgos Colmenero, sita en la calle Muñoz Chaves; otra de Dª
Juana Montes Rodríguez, sita en la calle del Padre Amado y otra de los señores
herederos de D. Alejandro Guija García, sita en la calle Brocense. Entre los
cortijos habidos en el término municipal destacan el denominado “Vaqueril”,
sito a 7 kilómetros y propiedad del Marqués de Liédena; el denominado “Araya”,
propiedad del Duque de Sueca (don Carlos
Rúspoli Caro) y socios; el denominado “Pizarroso”, sito a 10 kilómetros y
propiedad de D. Manuel Flores de Lizaur y otro denominado “Greña”, sito a 6
kilómetros y propiedad del Conde de la Encina, don Fernando Burgos Colmenero.
Brozas disponía ese año de estafeta de correos y
teléfono. Tenía coche de línea de Cáceres y es ruta de la de Cáceres -
Ceclavín. Las estaciones férreas más próximas son Río Tajo, Arroyo - Malpartida y Herreruela que distan todas unos
34 kilómetros, pero el vecindario acostumbraba a servirse de la de Arroyo –
Malpartida.
El término municipal producía
cereales, ganadería, carbón, bellotas y algo de aceite, pimiento y algodón. Su
extensión es de 39.794 hectáreas y 43 áreas.
Y el libro ofrece al final una relación nominal de
algunas industrias, profesiones y títulos de nobleza.
En Brozas había en 1950 tres agentes
comerciales: Don Pablo Claver, don Modesto Garlito y don Ángel Marchena.
Igualmente había dos almazaras, cuyos propietarios eran don Simón Díaz y don
Norberto Elviro. Las farmacias correspondían a doña María del Carmen Santurino
y a don José Antonio Rodríguez. La fábrica de harinas, que proporcionaba
electricidad al pueblo, era del médico don Ciriaco Rodríguez Ortiz, y los
molinos maquileros eran propiedad de don Francisco Hurtado, don Alejandro
Vinagre, don Regino Santano, don Félix Molino, de la viuda de don Felipe
Garlito, don Ignacio Garlito, don Luis Durán y don Hipólito Durán.
En Brozas trabajaban los siguientes
médicos: Don Juan Francisco Artaloytia, don Julio Espárrago (la guía le llama
don Julián), don Venancio Gil y don Ciriaco Rodríguez (en la foto, su casa con una placa por su gran labor profesional). En cuanto a los
veterinarios, aquí ejercían do n Fernando Domínguez, don Salvador González, don
Ángel Tato y don Pío García.
En el apartado de los ultramarinos y
coloniales, por aquella fecha, el pueblo tenía los comercios de don Julio
Marchena, hijos de don Gerardo Bernal Nieto; don Julián Sánchez, don Rogelio
Cancho, don Adrián Remedio, don Bonifacio Sereno (en la foto), don Enrique García, doña
Teodora Calle, don Saturnino Ruano y doña Juana Arroyo.
Por último, el autor escribe una
curiosa nota: “La Guía de Cáceres y su
provincia se limita exclusivamente a orientar al público en aquello que, por
necesidad o curiosidad, pretenda conocer de Cáceres y su provincia, sin que sus
datos y cifras impliquen más garantía que la honorabilidad y buena fé de las personas
que informaron a su Autor”.
La Guía estaba publicada en la Imprenta El Noticiero
de Cáceres capital y este libro que un servidor adquirió en Madrid perteneció a
personas propietarias de las dehesas “Valcaliente” y “Quinto del Hierro”, de
Trujillo – Aldecentenera.
No hay comentarios:
Publicar un comentario