Vamos a cerrar este ciclo de temas
brocenses a finales del siglo XVIII con la divulgación de las fábricas de
curtidos que había en la villa, todo ello extraído de los libros que el
zaragozano Eugenio Larrea dejó para la posteridad y que ahora nos sirve para
conocer algunos detalles históricos de nuestro pueblo.
Cuenta Larrea que, en el año de
1754, la villa de Las Brozas poseía varias fábricas de curtidos, en las que trabajaban
las siguientes personas: Alonso Rodríguez Ximenez, Pablo Faxardo, Juan Mexías,
Juan Durán Salgado, Francisco Berrocal, Pedro Romero, Juan de Cáceres y Juan de
Ortiz. En Alcántara había seis tenerías, dos de ellas sin mucho uso y varias más
en la cercana Garrovillas, pero éstas se arruinaron.
Más adelante, Larruga dice textualmente: “Se conservan en esta Villa cinco fábricas
no grandes, pues entre todas vienen a fabricar como 2.800 pieles de suela y
badanage, y lo demás en cordobanes”.
La badana procede del árabe español y significa piel curtida, suave y fina, de carnero u
oveja. El cordobán, palabra de
origen mozárabe, es la piel curtida de cabra o macho cabrío, de gran calidad, preparada,
generalmente con los taninos de la planta de zumaque y de esta piel se
elaboraban cueros repujados y policromados. El cordobán procede de la ciudad de
Córdoba, en tiempos árabes que era famosa por sus curtidos que servían para las
elegantes monturas de caballos o encuadernaciones de libros.
Otra variedad de cordobán es a la
piel curtida de potro que se utiliza en la elaboración de zapatos de lujo,
fundamentalmente de hombre
El autor realizó un estudio en 1788
que fue el resumen de las tenerías que había en la provincia de Extremadura. En
Brozas había cinco, que daban trabajo a 12 personas y fabricaban 300 suelas,
2.200 cordobanes y 300 badanas. También cita las tenerías que había en algunos
pueblos cercanos como Alcántara, con cuatro fábricas y ocho trabajadores y en
Salorino cuatro tenerías, con cuatro profesionales. Garrovillas llegó a tener
10 fábricas, con 68 trabajadores y que fabricaban 10.300 suelas, 3.450
cordobanes, 1.500 badanas y 860 becerros.
Pese a la buena labor que
desarrollaban en Brozas los curtidores tuvieron un grave problema económico con
los impuestos que les imponían, pues como cita Larruga: “Con el motivo de haber incluido a estos fabricantes en el cabezón de
alcabalas y cientos (un impuesto creado en España en 1629), que en la expresada
Villa de Brozas se había executado por los repartidores, repartiéndoles una
porción crecida de maravedises a cada uno de ellos, por razón de las ventas que
celebraban de los curtidos que en sus fábricas hacían recurrieron ante el
Gobernador Capitán de guerra de dicha Villa, pidiendo que atención a los Reales
Decretos de 24 de junio de 1752 y de 6 de marzo de 1753, no se les repartiese
ni precisase a pagar porción alguna por lo que respectaba a alcabalas y cientos
de las primeras ventas que hacían de los curtidos de sus fábricas y
manufacturas. Se dio traslado al Síndico Procurador de esta pretensión, quien
se opuso a la sentada pretensión, fundándose en que los referidos fabricantes
eran de exercicio zapateros, y que, por la maniobra de su oficio, no vendían el
curtido ni por mayor… El Gobernador proveyó que no había lugar a lo que pedían.
Ya solamente me queda decir que, tras
escribir esta crónica, recuerdo algunos de mis viajes a Marrakech, ciudad de la
que tengo publicada una guía turística, y en la que hay unas tenerías que se
muestran a los turistas, a los que entregan unas ramas de meta que huelen bien
para tapar el mal olor que se sufre allí. Sin duda, la labor de los trabajadores
es ingrata, pero el resultado final magnífico por la gran cantidad de pieles
curtidas que de allí salen. Este lugar nada tiene que ver con el lujoso hotel de la
Mamounia, donde tuve el gusto de pernoctar. Para saber algo más: EL HOMBRE QUE SABÍA
DEMASIADO (cronistasoficiales.com)
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