Tengo entre mi documentación unas páginas de la revista ilustrada “Blanco y Negro” del domingo 8 de junio de 1919, que por entonces constaba 40 céntimos de pesetas y en cuyo sumario un total de 16 artículos, de los que destaco tres de ellos: “El suceso de la semana”, por Wenceslao Fernández Flores; “El teatro español en Nueva York”, por M. de Zárraga y “Estreno de la flor del barrio”, por Floridor, del que hablaremos más extensamente.
La
flor del barrio es un sainete en dos actos de costumbres madrileñas, de
Carlos Arniches, con música de los maestros Rafael Calleja y Luis Foglietti
Arberola, estrenado en el teatro Apolo el 30 de mayo de 1919. El teatro Apolo
estaba pegado a la iglesia de San José en plena calle de Alcalá, de Madrid, en
cuya fachada hay ahora un cartel que indica que allí estuvo este lugar
histórico del teatro español y ahora ocupa un banco.
El
cronista del ABC escribió que esta obra la tardó en escribir Arniches mucho
tiempo, tanto que “desde dos años o quizá más, el estreno del sainete se
señalaba como plazo de muchas cosas. Las novias un poco recelosas, decían a sus
novios: “Tú te casarás para cuando den en el Apolo la flor del barrio”.
El
argumento es muy sencillo: un joven llamado José María, es recogido como hijo
por el dueño de la tienda más popular “La flor del barrio”, donde
trabaja Saturio (Casimiro Ortas), al que se le describe como un gallardo y
arrobador dependiente que tiene imán en la vara de medir y ejerce la
irresistible sugestión de su labia, de su verbo atractivo para la parroquia
femenina.
El
dueño de la tienda quiere casar a José María con la hija del rico comerciante
de la tienda de enfrente. La boda repugna a José María y en poco antes del acto
religioso es Saturio quien viene para anunciar que no va haberla. La novia se
desmaya; su padre se enfada, pero el dependiente se ofrece a ser el marido de
la novia desairada en lugar de José María.
Quince
años más tarde, Saturio con seis hijos, y concejal en el Ayuntamiento de Madrid
por los de Eduardo Dato, que había sido alcalde de la capital de España,
ministro presidente de las Cortes y presidente del Consejo de Ministros en su
etapa política, se veía encantado con la nueva vida con su esposa y muy
elegantemente vestido con chaqué.
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