He tenido la suerte este año de ser
miembro del jurado del X Concurso de Tapas “Villa de Brozas”, acompañando a dos
expertas como han sido Victoria Cantero, profesional encargada de los pisos
tutelados y la joven amante de la cocina Mari Ángeles González, que el año
pasado ganó el concurso con un plato consistente en una crema de queso en base
de galletas.
Durante cinco horas los tres miembros
del jurado estuvimos recorriendo los once establecimientos que se habían inscrito
en el concurso. Fue una delicia saborear el buen hacer de la cocina de gran parte
de los cocineros o cocineras de nuestro pueblo que trabajan profesionalmente
para deleitar, con productos extremeños, al público que quiere pasar unos días de
asueto de sus vacaciones en la villa de Brozas.
He apreciado, en muchos casos, cariño,
profesionalidad y buen gusto, y en otros – que todo hay que decirlo- cierta
dejadez, y sólo se apuntaron para sacer una “pelas” más al ciudadano que se
acercara hasta su establecimiento para ofrecerle algo que era poco menos que
incomible y sin gusto por la estética gastronómica. Algunos profesionales son excelentes –tanto que
hubo una mención especial- y algunos pocos dejan mucho que desear y tienen
mucho que aprender, en la calidad y originalidad de los productos utilizados y
en la elaboración de los alimentos extremeños, así como en la forma de
servirlo. No todo es intentar ganar dinero con una tapa.
Lo que sí hemos podido comprobar que
cuatro horas no es tiempo suficiente para poder degustar, probar y catar más de
22 tapas (se apuntaron 11 establecimientos que podían ofrecer como mínimo dos
tapas y algunos brindaron hasta tres). Bien es verdad que al no haber tiempo
suficiente, algunos profesionales de la restauración broceña decidieron sacar
todas sus tapas y no dejar probar al jurado. De ahí que los tres miembros del
jurado elevaran, por unanimidad, la siguiente sugerencia para la próxima edición:
Que el XI Concurso se celebre durante dos días -sábado y domingo- y así, al
margen de que haya más tiempo, los clientes puedan degustar- si lo desean- todas
las tapas ofertadas.
En resumen, un buen nivel de participación
en calidades y servicios gastronómicos, salvo alguna excepción, que muy bien
debiera tomar en cuenta de que si se esmeran ofertando buenos productos
finales, sus clientes se lo agradecerán.
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