Hace unas semanas. a la misma hora que escribo este artículo
en la villa de Las Brozas, (seis de la tarde en España, 11 de la mañana en
México) me hallaba dentro del Gran Museo del Mundo Maya, en Mérida. Yucatán
México. Invitado por la dirección, fui recibido por un guía maya que me lo
enseñó durante tres largas horas y me empapé bien de lo que era y es esta civilización,
cuya lengua aún hablan muchos yucatecos.
El singular edificio, obra de cuatro arquitectos yucatecos,
asemeja el árbol de la ceiba, el árbol sagrado de los mayas y es un espacio
para mirar, escuchar y reflexionar lo que fue y es esta cultura propia del
territorio mexicano, hondureño y guatemalteco.
Como uno acababa de impartir, por encargo de la ONU, un
curso sobre turismo cultural, este museo tiene entre sus propósitos el de
atraer a un importante número de viajeros interesados en los recorridos
culturales.
El guía abrió su recorrido en la sala del aerolito de
Chiccxulub, el meteorito que destruyó en un 90% de la vida en la tierra y acabó
con los dinosaurios; ese meteorito, de 10 kilómetros de diámetro cayó allí
mismo, entre el mar y la tierra de Yucatán hace 65 millones de años y abrió un
enorme cráter bajo los pies de los visitantes del Museo. Además hay cuatro
salas permanentes que cuenta la naturaleza y la cultura de la región del Mayab; los mayas de hoy en relación a los
mayas de ayer para concluir con los mayas ancestrales y su cultura, con algunas
referencias al territorio dominado, expoliado y rebelde.
El museo da cuenta de los mayas matemáticos, astrónomos,
filósofos, ingenieros y arquitectos, agricultores, apicultores o médicos
Para completar la información del museo he de decir que a
las nueve de la niche se proyecta el gran espectáculo de luz y sonido del
artista francés Xavier de Richmont, basado en un guión del maestro Jorge Esma Bazán
y de la escritora Beatriz Rodríguez Guillermo. La banda sonora cuenta con
registros de obras musicales populares
de Yucatán y otras internacionales como “El Amor Brujo”, de Manuel de Falla;
“Carmina Burana”, de Carl Off; “Huapango”, el segundo himno de México, de Pablo
Moncayo y termina con “Así habló Zaratrusta”, de Ruchard Strausss.
Antes de concluir mi visita al museo, su director se puso en
contacto telefónico conmigo para saludarme, porque no podía hacerlo
personalmente como habíamos quedado, ya que le llamaba el gobernador del
Estado, Rolando Zapata Bello, ya que estaban preparando el Festival
Internacional de la Cultura Maya, que se celebrará desde el 17 de octubre al 3
de noviembre, pero esta es ya otra historia que contaré en el siguiente artículo.
En la foto, un aro del juego de la pelota procedente de Chichén
ItzáEn la foto, un aro del juego de la pelota procedente de Chichén
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