El viajero se ha convertido por una
semana en profesor, profesor del curso de Turismo Cultural que a partir de
mañana lunes impartirá, con el doctor y amigo Armando de Lucas, en la Casa de España en Mérida (Yucatán),
bajo el patrocinio de la oficina de las Naciones Unidas en México y la
colaboración de la Secretaría de Turismo del Estado de Yucatán y el aeropuerto
de la ciudad, dirigido por Héctor Muñoz Navarrete. En total serán 32 alumnos de
dos públicos tan diferentes como profesionales del sector turístico y de los
medios de comunicación, especializados en turismo.
Estuve por primera vez en Mérida en
noviembre de 1991 fecha en la que sustituí al secretario general de Turismo de
España en el congreso de AMPRETUR (Asociación
Mexicana de Prensa Turística), que entonces presidía mi buena amiga Conchita
Schiaffino, hoy fallecida. Volví en 1983 cuando organicé el I Encuentro de
Periodistas de Turismo de las Méridas del Mundo, evento que se plasmó después en
una visita de los periodistas mexicanos a la Mérida española y por toda
Extremadura.
Una tercera ocasión fue con motivo de
un Ki-Huic, o evento turístico internacional para promocionar el mundo maya y
ahora va por la cuarta visita. Le tengo un cariño especial a esta Mérida yucateca,
que se complementa con las otras dos Méridas americanas (Venezuela, en plenos
Andes ,y la de la isla de Ometepe, la mayor isla de agua dulce del mundo, en
Nicaragua). Tengo la suerte de conocer todas.
Pero decía que a ésta le tengo un aprecio
especial, ya que fue fundada el 6 de enero de 1542 por Francisco de Montejo, el
Mozo, hijo de Francisco de Montejo el Viejo, ambos de origen broceño, aunque
algunos consideran que son de Salamanca, donde hay un pueblo (Montejo) de igual
nombre que su apellido, situado entre Guijuelo y la capital en plena carretera
nacional 630.
Cuenta la historia que esta zona los
mayas la llamaban T’ho en tiempos prehispánicos, que significa Cinco Cerros;
también recibió el nombre de Ichcaanzihó. Estoy en el hotel Maison del Embajador,
situado en una bellísima casa colonial que da gusto estar en él por las buenas
atenciones recibidas por parte del personal, entre ellos la cocinera Tere y del
mesero Iván. Probé, hecha por Tere, el famoso platillo yucateco, la cochinilla
pibil, una manera de cocinar el cerdo que los extremeños trajimos por aquí hace
siglos. Es tanta la fama de este plato que los japoneses quisieron comercializarlo,
pero el pueblo yucateco, de alma maya, no lo vendió. También he comido
cochinita pibil en Madrid, comprado en la tienda gourmet de El Corte Inglés de La
Castellana. La directora general, Elma Navarrete, dejó ayer en mi habitación una
bandeja de bienvenida a base de mazapán de Pepita, dulce de coco, yemitas y
bolitas de maíz. Lo que he probado, riquísimo. Estaba 25 horas sin dormir, así
que probé poco, pero probé- Ahora me voy a dar una vuelta por la ciudad. Ya les
contaré.
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