Me ha despertado el camión de la basura. He aprovechado el
momento delicioso de la madrugada para salir al jardín terraza de mi casa
orientado al sur y he visto una noche de luna preciosa.
La luna lucía en todo su esplendor sobre un cielo límpido;
yo diría brillaba mejor que en otras ocasiones ya que cada año su esplendor
aumenta en la noche del comienzo de verano.
Y a lo lejos, mirando hacia el sur, de izquierda a derecha
lucían en la lejanía Aliseda, Herreruela, Salorino, Membrío y sobre una
montaña, ya en tierras lusitanas, Marvao, que diera su propio nombre el rey
taifa de Badajoz Ibn Marwan. Finalmente a derecha, las luces anaranjadas de
Alcántara.
Mientras degustaba de este paisaje, el ladrido de algunos
perros a la luz de la luna o de 6 ó 7 gallos que en la lejanía quiquireaban al
amanecer que aún no se desdibujaba en el horizonte. Sólo, hacia el norte, me
acompañaban las estrellas guiadas por el carro pequeño de la Osa Menor.
Los minutos que pasé en la terraza me hicieron olvidar el
pequeño frío del relente embargado por tanta belleza de la noche broceña,
Que hermosura, tu sí que sabes apreciar lo místico. Y la hermosísima noche, la luna, lo que se siente como eterno...
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