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sábado, 5 de julio de 2025

LAS RELACIONES DE CRISTÓBAL COLÓN CON NICOLÁS DE OVANDO (II)

 

 


     Y continuamos repasando el libro de "Colón. el converso que cambió el mudo", de Esteban Mira Caballos, con una segunda crónica en la que se relatan las relaciones de Cristóbal Colón con el gobernador el brocense Nicolás de Ovando.

 




     En su cuarta expedición, Colón y sus acompañantes pasaron verdaderas penalidades. Hacia la mitad de 1503 envió, desde Jamaica, dos canoas a pedir auxilio a la Española. Partieron de la playa de Santa Gloria. A pesar de todo, llegaron al cabo de San Miguel, al suroeste del hoy Haití, navegaron costeando hasta el río Ozama, donde estaba Santo Domingo, la capital donde se hallaba el gobernador Ovando, pero éste estaba guerreando contra los naturales. Mira Caballos lo describe así: El primer contratiempo se lo encontraron nada más desembarcar, pues el gobernador se encontraba en el cacicazgo de Xaragua, combatiendo una insurrección. Se encaminaron hacia allí y según Diego Méndez de Segura (el fiel criado de Colón que llegó en una de las canoas), el extremeño en vez de ayudarlos los retuvo durante los siete meses que duró la contienda.

Retrato de Nicolás de Ovando pintado por el brocense Germán Díaz
 

     Relatando el autor del libro la personalidad de Colón, saca de una carta de éste a Nicolás de Ovando, fechada en Jamaica en marzo de 1504, donde se refleja su temperamento:  Cristóbal lo hizo en tono muy amable, solicitando ayuda. Pese a no ser, le confesó, una persona lisonjera, sino que más bien todos lo tenían por áspero.

 

Isla Beata

     El 29 de junio de 1504 abandonaron aquella cárcel que era la actual isla de Jamaica zarpando para el puerto de Santo Domingo. Sólo llegaron 110 supervivientes de los 150 que comenzaron la expedición, alcanzando la isla Beata. Esta pequeña isla, de 41 kilómetros cuadrados, está al suroeste de la República Dominicana, enfrente del Parque Nacional de Jaragua. El 13 de agosto alcanzaron por fin la ciudad de Santo Domingo… “Esta vez sí, el gobernador salió a recibir al almirante con la gente principal, como si no hubiera pasado nada, e incluso lo hospedó en su propia morada. Pero se trataba de una mera apariencia, pues no le reconoció su rango… Colón lo aceptó con frustración y resignación, ya que no podía hacer otra cosa”.

 

     En uno de sus apartados, Mira Caballos trata de las mujeres en la empresa colombina, afirmando que entre 1493 y 1500 llegaron varias decenas. Otras tantas debieron llegar en la expedición de Francisco de Bobadilla acompañando a sus respectivos esposos. Y al menos dos más se embarcaron en la cuarta expedición de Colón. El primer gran grupo debió de llegar en la flota de Nicolás de Ovando de 1502, la mayoría acompañando a sus maridos, porque se otorgó pasaje franco a aquellos casados que viajasen con su mujer e hijos”.

 

     En el capítulo de La Factoría, Esteban Mira escribe que la empresa colombina nunca ofreció saldos positivos, pues solo en salarios se gastaba mucho más de lo que se producía. Los beneficios comenzarían ya en la primera década del siglo XVI, una vez finalizado el virreinato, durante el gobierno de Nicolás de Ovando.

 

Bohío taíno

Bujío cacereño
   

     En 1498 se fundó en la ribera oriental del río Ozama la ciudad de Santo Domingo, según algunos por ser ese día de la semana cuando se dio la orden para crearla. Al igual que La Isabela, al norte de la isla, la recién creada ciudad no era más que un villorrio con unos bohíos de paja (palabra que se trasladó a la villa de Las Brozas con el nombre de bujío). Bien es cierto que, desde la llegada de Nicolás de Ovando en 1502, no tardaría en convertirse en la gran capital primada de la isla.



Palacio de Nicolás de Ovando en Santo Domingo

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