Todos sabemos aquel refrán que reza “En Brozas, si tanto me apura ni sacristán,
ni cura”. Y el refrán lleva bastante razón porque de este pueblo han salido
toda clase de profesionales, pero pocos curas seglares. Y no es así en el
pueblo de Montánchez, donde han nacido tantos hombres que han elegido servir a Dios que el doctor Indalecio González
Galán ha publicado un libro titulado “El clero de Montánchez durante el siglo
XX y principios del siglo XXI” y en él viene una extensa biografía del actual
cura de Las Brozas, don Maximino Pérez Alvarado.
Pondré en este artículo del cronista
algo que me ha llamado la atención del sacerdote, del que mi padre –ya
fallecido- se sentía buen amigo por el buen gusto y afición que ambos poseían
por el arte de Cúchares.
El 15 de julio de 1962 recibió las órdenes sacerdotales del obispo que me confirmó, el alcoyano Manuel Llopis Iborra. Su primer nombramiento en septiembre de ese año fue de cura ecónomo en Cambroncino y en Vegas de Coria. Fue confesor de las hermanas del Cottolengo de La Fragosa, siempre en Las Hurdes, profesor de cursos bíblicos hasta fallero de honor de la falla valenciana del Poble Massanassa.
Tras ser misionero con los Paules y
Jesuitas por pueblos de la diócesis, en 1990 estuvo de misionero en la diócesis
de La Rioja, en Argentina. Desde el 13 de septiembre de 1995 es párroco de
Santa María y Los Mártires de Las Brozas.